Ventura Rodríguez (1717-1785) fue uno de los arquitectos más importantes del mundo a quien se deben, total o parcialmente, obras tan importantes como las realizadas por él en las Catedrales de Valladolid, Cuenca, Burgo de Osma, Málaga, Jaén, Murcia, el Pilar de Zaragoza, Toledo y Pamplona; y un sin número de edificios religiosos y civiles en Madrid, Alcalá, Ávila, Azpeitia, Rentería, Granada, Murcia, Gerona, Vizcaya, Almería, Barcelona, etc.

El hecho de que Ventura Rodríguez desarrollase en su momento una tan importante actividad a lo largo y ancho del país tiene una evidente trascendencia en el panorama arquitectónico del país, puesto que no sólo sus obras se toman como modelos de discusiones académicas, sino que él precisa de un equipo de colaboradores para dirigir y llevar las obras iniciadas en lugares dispares. De alguna forma todos ellos constituyen una nueva Academia que tiene como única referencia la labor del maestro, y resulta obvio que la formación adquirida por cada uno de ellos es diferente a la del resto: individuos formados en el antiguo barroco clasicista, arquitectos pensionados en Roma, maestros de obra, aparejadores e ingenieros militares. Todos ellos se reclaman seguidores y discípulos del maestro, aunque no existe una línea común entre los distintos proyectos que conciben. De todos ellos sólo algunos logran comprender la evolución existente en D. Ventura Rodríguez, y sin duda quien más se distingue por su saber (además de ser el individuo de confianza del maestro) es su sobrino Manuel Martín Rodríguez.

Formado desde sus primeros momentos junto a su tío, Ventura Rodríguez, Manuel Martín Rodríguez había aprendido dibujo en el estudio de Felipe de Castro en los últimos momentos de la década de 1770. En 1776, y tras haber obtenido cuatro años antes el Primer Premio de la Primera Clase de Arquitectura, complementa una formación en la que se había incluido como él mismo señala "estudios de latín, italiano, francés, filosofía y matemáticas". A su vuelta colabora con su tío en los proyectos que éste concibe y traza, y a su muerte, en 1784, pide ingresar en la Academia, y en 1786 es nombrado Teniente de Arquitectura de la Academia y al año siguiente, es nombrado Director de Arquitectura.

Desde que muere don Ventura, Manuel Martín Rodríguez inicia una actividad extraordinaria, sobre todo en provincias, en lo que podría considerarse como continuación de la obra y los encargos del fallecido maestro mayor. Las noticias que tenemos sobre sus obras corresponden a los datos que él mismo remite a la Academia, como méritos para ser nombrado Teniente Director y después Director. De este modo sabemos que había realizado para el Ministerio de Hacienda los planos del barrio de Leganitos, que había modificado el proyecto de San Pedro de Alcántara iniciado por su tío, finalizado la obra del cuartel de caballería que realiza en Madrid, inspeccionado la fábrica de Brihuega y proyectado la Aduana de Málaga, la fábrica de cristales de Madrid en la calle del Turco y concebido el catafalco construido a la muerte de Carlos III en el Monasterio de la Encarnación, así como el proyecto de la Audiencia de Cáceres. Estas son las obras de las que Martín Rodríguez se siente más satisfecho, éstas son las que reclama como méritos, pero existe paralelamente a ellas una larga relación de encargos y comisiones de la Comisión de Arquitectura que es necesario señalar, especialmente una.

En el año 1787 cae en sus manos el proyecto para la Casa Consistorial y cárcel de Cilleros, presentado por Cipriano Miranda, maestro mayor de las reales obras, consistente en dos dibujos y las correspondientes condiciones. La Academia lo rechazó por "la mala forma exterior del edificio y su distribución poco arreglada". Se encargó a Manuel Martín Rodríguez que trazara el nuevo proyecto, pero sin salir de la Corte. Efectivamente, presentó un dibujo con cuatro figuras y un informe tasando los trabajos en 80.900 reales (Academia de San Fernando, Comisión de Arquitectura, núm. 21, 26 de junio de 1787). La junta lo aprobó todo aunque "encargó al mismo que añadiese otro dibujo con los perfiles de todas las partes en grande para que al constructor no pudiera quedarle motivo de duda ni corromper los miembros de una obra tan bien pensada" (Academia de San Fernando, Comisión de Arquitectura, núm. 26, 20 de septiembre de 1787). Y aunque tasó el trabajo en 25 doblones, el arquitecto los redujo, generosamente, a 20.

El resultado es un edificio del siglo XVIII, construido en piedra berroqueña, situado en la plaza de San Blas, centro histórico de Cilleros. El alzado de la fachada de la Casa Consistorial consta de dos plantas delimitadas por la balaustrada de hierro. La planta baja presenta tres vanos con arcos de medio punto cerrados por unas verjas de hierro forjado. Además, presenta un lóbrego calabozo en el sótano, cubierto por una cúpula con cañón de ladrillos. Sobre la planta superior un friso en forma de gola; y finalmente, coronando el edificio, un blasón de los Borbones, con el escudo de armas de Carlos IV; en la base del mismo reza "A.D. MDCCLXXXIX", o lo que es lo mismo, año de 1789, fecha en la que se finalizó la construcción del edificio.

Fachada principal en Plaza de San Blas

Esquina de calle Francisco Pizarro y calle Santo

Puerta de acceso en el interior del soportal

Detalle de un arco de medio punto en el interior del soportal

Ventana exterior a la calle Santo

Ventanuco de doble reja del calabozo

Puerta de acceso al calabozo

Interior del calabozo, cubierto por una bóveda de cañón de ladrillo



Fuentes: Carlos Sambricio - Datos sobre los discípulos y seguidores de D. Ventura Rodríguez; Inocencio Cadiñanos