El wolframio es un mineral escaso en el mundo; con una gran dureza, es el más duro tras el diamante, y el que más aguanta el calor, con una temperatura de fusión de 3.400 grados centígrados. España, principalmente en el oeste de la península (Galicia, León, Zamora, Salamanca, Cáceres) fue durante el siglo XX uno de los mayores productores.

En la Segunda Guerra Mundial se usaba para blindar la punta de los proyectiles antitanque y en la coraza de los blindados. La adquisición de wolframio se convirtió en un elemento vital e indispensable para la Alemania nazi, que lo adquiría a través de la España franquista y el Portugal salazarista. El suministro de wolframio a los nazis llegó a ser tan importante que provocó una seria crisis diplomática con las potencias aliadas, ya que era fundamental para la maquinaria de guerra alemana.

Pero las explotaciones fueron abandonándose en la segunda mitad de siglo y los pueblos donde estaban radicadas cayendo en el abandono económico y la despoblación. Ahora, el wolframio vuelve a ser estratégico, así lo dice la Comisión Europea, que lo ha incluido en el listado de materias primas críticas. Las que tienen alta importancia económica para la UE y con riesgo de falta de suministro. Este mineral se utiliza hoy en la construcción de  móviles, material de soldadura, placas de circuitos, instrumental odontológico, maquinaria pesada, plantas de producción de energía, trenes, coches, aviones, industria militar... Y del que China produce el 85% del existente en todo el mundo. 

Durante el pasado siglo XX, la minería en nuestra tierra era una minería de subsistencia principalmente, pequeñas explotaciones con bajo impacto ambiental. Hoy en día, todo este mercado está controlado por las grandes empresas mineras, casi todas foráneas, donde se busca rentabilidad a filones ya consumidos mediante explotaciones "económicas", muchas de ellas a cielo abierto.

En 2018 surgió en Sierra de Gata una plataforma ciudadana contra tres proyectos mineros localizados en distintos puntos de la comarca. Oro, estaño o wolframio, entre otros, que han despertado el interés empresarial y la preocupación de algunos vecinos.

"La actividad minera hoy en día está siempre ligada a la destrucción de ecosistemas naturales", defienden los creadores de la plataforma ciudadana, según se puede leer en la página que han habilitado en las redes sociales, bajo el título de Sierra de Gata viva. En el encabezamiento de estas publicaciones luce como lema el siguiente mensaje: '¿Minería en Sierra de Gata? ¿En serio? ¿Y a ti, dónde te encaja? Nosotros queremos una Sierra de Gata viva'.

La creación de este colectivo está ligada a tres permisos de investigación minera en la zona. Son el de la mina Frontera, en los términos municipales de Cilleros y Zarza La Mayor; Calzadilla, en Calzadilla, Guijo de Coria, Santibáñez el Alto y Villa del Campo; y El Rodeo, que afecta a suelo de Cilleros, Gata, Hoyos, Moraleja, Perales del Puerto y Villasbuenas de Gata.

Este último es el que más preocupa a quienes han dado el paso adelante de crear la plataforma, que opina que estas prácticas implican "un consumo ingente de agua y el uso de químicos, además de la puesta en marcha de procesos altamente contaminantes que filtran sustancias tóxicas a acuíferos y aguas subterráneas, con el consiguiente perjuicio para sectores tan importantes como la agricultura, la ganadería o el turismo, a la postre tres pilares económicos de la Sierra de Gata". 

Casona minera vista desde la explotación

Pozo vertical

Casona minera 

Casona minera nueva

Zona de explotación; los pozos verticales se encuentran sellados con tierra

Fuentes: La información; Hoy.