La sequía es una constante del clima español. Tanto los datos recientes como las viejas crónicas confirman siempre precipitaciones irregulares, pero sobre todo, prueban la existencia de sequías, de períodos sin lluvia que han dejado malos recuerdos por las consecuencias catastróficas que han tenido, especialmente en el campo. Hasta ahora, el estudio de la recurrencia y severidad de las sequías en España se ha basado en la información de las estaciones meteorológicas, con datos suficientes solo desde mediados del siglo XX, ya que es a partir de 1950 es cuando se comienzan a registrar los valores de las precipitaciones. Sin embargo, hay otro mecanismo de investigación casi tan fiable como el de las propias estaciones metereológicas, y se basa en la reconstrucción de los espisodios de sequía ocurridos en los últimos siglos en España a partir de los registros de ceremonias de rogativas pro-lluvia.

Las rogativas forman parte de la liturgia católica y consisten en súplicas solemnes realizadas por los creyentes, destinadas a pedir a Dios por los frutos de la tierra y diversas necesidades, empleando un conjunto de intercesores, por lo común santos o reliquias veneradas en las iglesias locales o en santuarios de ámbito regional. El registro documental minucioso de las ceremonias, con sus características, datación, duración e información complementaria sobre el estado de los cultivos y la ganadería ha conformado la mayor acumulación de información climática disponible en el patrimonio documental español.

El mecanismo generador de las ceremonias era complejo, a la vez que muy estructurado y reglamentado. En síntesis, la petición partía de las autoridades gremiales cuando algún problema alteraba el desarrollo de la economía rural; las autoridades municipales asumían el problema y deliberaban la realización de las rogativas; la orden se transmitía a las autoridades religiosas, que integraban la ceremonia dentro del calendario de celebraciones religiosas, organizando y convocando las rogativas. Un claro ejemplo de lo anteriormente expuesto lo encontramos en la siguiente noticia, publicada en Mayo del año 1927 en el Nuevo día: Diario de la Provincia de Cáceres. Por el año 1927 no se tiene constancia de ningún periodo de sequía a nivel nacional, pero la ceremonia rogativa celebrada en Cilleros parece indicar si que hubo un problema grave de sequía que afectó seriamente a la agricultura y ganadería, al menos a nivel local o comarcal:

Cilleros trae a la parroquia en rogativa de lluvia, a su Patrona la Virgen de Navelonga.

Las muy dignas y complacientes autoridades de este pueblo, haciéndose eco del unánime sentir de sus representados, interesaron del señor cura ecónomo de esta parroquia, la traída a la misma, desde su santuario, de Nuestra Patrona la Virgen de Navelonga, para que esta buena Madre, siempre dispuesta a complacer las justificadas súplicas de sus amantes, les remediase una vez más con su supremo poder y maternal agrado, los graves perjuicios originados en toda la agricultura, con motivo de la tan dilatada sequía con que vino acompañada la presente primavera.

Ni que decir tiene que el referido señor cura, honra del pueblo cillerano, admitiese amorosamente petición tan encauzada al fomento de nuestro arraigado catolicismo, y al efecto, para la traida de nuestra dicha excelsa Patrona, fué señalado el día 25 del pasado mes, en cuya fecha, tuvimos el gusto inmenso de venirla acompañando desde su santuario hasta la iglesia parroquial.

Ofrecía este día un aspecto propio de los de su hermosa estación, y por eso se pudo mejor apreciar el fervor de los elocuentes trinos, que en rogativa de agua para los tristes campos, lanzaba al vacío espacio toda la juvenil y distinguida feminidad de esta población.

Para que solemnizara más, con su brillante oratoria la grandiosidad de los actos religiosos que en favor de nuestra angustiosa agricultura, se erigieron a tan Divina Protectora, fue oportunamente invitado nuestro competentísimo ecónomo, el reverendo P. P. rector del ilustre Seminario de la S. I. de Coria, el cual supo hacer llegar hasta el más humiilde entendimiento, con su magistral explicación, la suma importancia de sus interesantes conferencias.

Tras poco esfuerzo de nuestro sentir, vimos altamente complacidos los fervientes deseos, elevados a nuestra querida Patrona, y por eso hoy, aprovechando la festividad y hermosura del día, la reiteramos triunfalmente a su sagrado domicilio, en donde como siempre, será venerada por sus adorados y adorables hijos.

8 de Mayo de 1927

Parece claro que los cilleranos tienen más confianza en la Virgen de Navelonga que en nuestro también patrón San Blas a la hora de rogar milagros.


Fotografía: Traslado de la Virgen de Navelonga desde su ermita a la iglesia de Cilleros (Cilleros, ni más ni menos). Fuente: Nuevo día: Diario de la Provincia de Cáceres. Año II. Número 216 - 1927 M