La mayor parte de los trabajos realizados sobre las tumbas excavadas en roca tendían a asignar un marco cronológico que se situaría en torno a los siglos IX, X e incluso XI; sin embargo, investigaciones recientes parecen evidenciar una amplitud cronológica mayor. Las tumbas excavadas en la roca de las provincias de Cáceres, Badajoz, Salamanca o distrito de Portalegre, en Portugal, refuerzan esta hipótesis.

El primero de los argumentos estaría referido a los ajuares; ya que en algunas de las pocas tumbas que han permanecido intactas, se han encontrado junto a los restos humanos, de pequeñas vasijas o jarritas de barro que corresponderían a época tardorromana.

El segundo, a la proximidad de yacimientos anteriores al siglo IX, hecho comprobado a través de los materiales arqueológicos, pues en más de un 90% de los conjuntos tienen en sus inmediaciones ruinas cuyos materiales, tégulas, dolias, inscripciones… denuncian la presencia romanizadora. Más definitiva si cabe son las monedas encontradas en estos yacimientos, que sitúan la surgencia de estos modelos de enterramiento en pleno siglo IV.

Un tercer argumento estaría basado en el hecho de no haber encontrado junto a estas tumbas restos medievales posteriores a la repoblación, excepto en contadas ocasiones.

Tumba I del Becerrill

Hay, pues, una diferencia sustancial con las fechas fijadas anteriormente. Sin embargo es preciso señalar que si bien en el siglo IV estuvo el inicio, posiblemente el desarrollo no tuvo lugar hasta siglos más tarde. La probable perduración de los modos de vida en la península a lo largo de los siglos V, VI y VII ayudó a fijar y extender los modelos; solamente las excavaciones podrían ayudarnos a situar más exactamente la surgencia de los tipos de modificación de sus elementos, como se ha visto posteriormente en necrópolis altomedievales.

Tumba II del Becerril


Fuente: Alcántara, Revista del Seminario de Estudios Cacereños