Hasta hace poco tiempo, los arqueólogos databan la aparición del hombre en Europa en torno a los 500.000 y 600.000 años. Pensaban que se agrupaba en pequeñas hordas de cazadores pertenecientes a una variedad del Homo erectus. Los restos del Paleolítico Inferior en la Península Ibérica eran muy escasos, encontrado principalmente piedras talladas. Sin embargo, los últimos descubrimientos realizados en la Sierra de Atapuerca, cercana a Burgos, han cambiado totalmente los esquemas establecidos, ya que en la sima llamada Gran Dolina, aparecieron los restos de uno de los homínidos más antiguos hallados en Europa, cuya datación se sitúa en torno a los 780.000 años.

Extremadura conoció durante el "Cuaternario" periodos de intensas lluvias, que coincidieron con las cuatro grandes glaciaciones del Norte de Europa. Entre periodos lluviosos hubo épocas cálidas en  las que se formaron grandes bosques, que debieron cubrir la mayoría del territorio extremeño, de ahí que las poblaciones paleolíticas no fueran muy densas en las primeras etapas culturales.

Homo Erectus

La cultura de los homínidos del Paleolítico Inferior (del 1.500.000 al 100.000 a. C.) sería la característica de los cazadores-depredadores, agrupados en pequeñas hordas, sin hábitat permanente, que acampaban en lugares al aire libre en zonas cercanas a los ríos. El Paleolítico Inferior lo conocemos fundamentalmente por hallazgos y yacimientos superficiales que han deparado gran cantidad de instrumentos de piedra tallada, es decir, útiles y herramientas y poco más. Estas son piezas de piedra local, cuarcita sobre todo, que acusan una tecnología aún primitiva cuyo fundamento consiste en golpear la piedra con un percutor, bien de piedra o de hueso, para conseguir filos, puntas, muescas, hachas, picos, etc. Los instrumentos más antiguos pueden situarse en el Paleolítico Inferior, en el periodo denominado Achelense, en su fase media, con unos 700.000 años de antigüedad como referencia aproximativa. Suelen aparecer en relación con las cuencas fluviales primordialmente, en puntos con buena materia prima, es decir, con buena piedra para talla, en lugares más o menos llanos y no lejos de los pasos o vados de los ríos, principalmente en los márgenes del río Alagón, Árrago y Erjas.


Testimonio de este período es el yacimiento achelense de El Rincón del Obispo, que data aproximadamente del 300.000 a. C. Fueron las explotaciones realizadas en las terrazas del río Alagón, en los niveles más bajos y donde se extraen hasta la actualidad gravas y arenas para los áridos, los que pusieron al descubierto la industria lítica.

Útiles líticos de cuarcita, Rincón del Obispo - Museo Provincial de Cáceres

Posterior en el tiempo, hacia el 250.000 a. C., es el yacimiento de El Sartalejo, en el término municipal de Galisteo, un paraje situado en la vertical de otra terraza fluvial del Alagón en el que se han hallado cientos de piezas de industria lítica correspondientes a hendedores, lascas del tipo «levallois», puntas de flechas, raederas, buriles, cuchillos y otros cantos bifaciale.

Útiles líticos de cuarcita, El Sartalejo, Galisteo - Museo Provincial de Cáceres

Próximos a nuestra población, aunque de menor envergadura, fueron los hallazgos aislados de un bifaz y varias lascas en la vecina población de Monfortinho (Portugal).


Fuente: Historia de Extremadura - Marcelino Cardalliaguet Quirant