El edificio, construido en el siglo XV, ya se describía como “largo y estrecho, de mampostería y techo de madera”, con motivo de la visita del obispo Don Luis de Salcedo y Azcona.
Los muros laterales están alzados con mampostería enlucida y ocho contrafuertes de sillería (cuatro por cada lado) que contribuyen a sostener las arquerías del interior. El imafronte de los pies es de sillería, y en él se abre una portada gótica de arco apuntado, dotada de una arquivolta y culminada por un óculo de luz. La puerta del Evangelio es muy sencilla y similar a la precedente, pues también es de tipo apuntado, y la del muro de la Epístola, de medio punto, se encuentra tapada desde antiguo. Las dos entradas practicables en la actualidad debieron de poseer pórticos a modo de tejaroces, puesto que permanecen desperdigados por el atrio parroquial diversos elementos arquitectónicos (plintos y fustes columnarios) que sin duda formaron parte de ellos.
Muro del Evangelio |
El interior de la nave única es relativamente amplio y de cuatro tramos, separados por tres berroqueños arcos diafragma de estructura apuntada, cuyos arcos cargan en elementales pilares prismáticos sencillamente moldurados a la altura de los capiteles. Tales arquerías soportaban una cubierta de madera dispuesta a dos aguas, hoy sustituida por una moderna de anodinas viguetas y bovedillas de cemento, que ha hecho perder su noble y añejo sabor a interior parroquial. El primitivo arco triunfal, conservado, es también apuntado, y sus arranques se adosan a los que sostienen el mucho más airoso y esbelto construido en el siglo XVI, que da paso a la nave mayor. Tuvo la nave “tribuna coral” a los pies, constituida por una estructura adintelada de madera. El coro actual es muy reciente y apoya una antiestética viga de hierro que, a su vez, cabalga sobre los antiguos pilares (con basas y capiteles poligonales de estirpe gótica) adosados a los que sostienen el último arco de la nave.
La espadaña, de perfil en sillería e interior de mampostería enlucida, hoy en día solamente contiene una ventana a modo de tragaluz para la nueva nave mayor. Antaño es de suponer que tuviese una serie de vanos para alojar las campanas, que a consecuencia de la obra para construir la nueva iglesia en el siglo XVI, fueron tapiados. Las campanas podrían haber sido reutilizadas y pudiera ser que desde entonces se encuentren en la torre campanario de la plaza de San Blas.
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