La segunda etapa de la Edad del Hierro se corresponde con el desarrollo cultural de nuevos pueblos de origen centroeuropeo, asentados en la Península Ibérica, entre los que predomina el elemento celta. Nuestro territorio se convierte en una periferia céltica, al ser lugar de encuentro entre los elementos culturales propios y la influencia celta procedente del interior de la Meseta.


Fruto de esos intercambios culturales es la aparición de los pueblos prerromanos que se establecerán en nuestro territorio: lusitanos y los vetones. Las áreas de asentamiento vetón variaron mucho en el transcurso del tiempo; normalmente se les atribuye la zona al norte del río Tajo y el sur del Duero, provincias de Cáceres, Salamanca y Ávila. La presión de los lusitanos, situados al oeste de los vetones, fue reduciendo su área de expansión hasta limitarse hacia el siglo I a.C., en torno a las sierras de Gata y Gredos; así cuidades que habían sido vetonas pasaron a ser lusitanas, por ejemplo Coria y la zona de La Raya, donde incluiríamos el término de Cilleros.


Estos pueblos van a ser conocidos a través de los textos grecolatinos, como en La Historia Natural de Plinio el Viejo, por lo que formarán parte de una etapa intermedia entre la Prehistoria (ausencia de documentos escritos) y la Historia (presencia del testimonio escrito) conocida como Protohistoria.

En cuanto a sus formas de vida, los pueblos prerromanos tenían una serie de caracteres comunes. Vivían normalmente en castros, poblados construidos sobre cerros y fortificados con una o dos líneas de murallas, fosos y piedras hincadas verticalmente en el suelo, para defenderse de la caballería. Sus viviendas estaban realizadas con piedra, adobe y ramajes. Su economía se basaba en la ganadería trashumante (ovejas, cabras, vacas, cerdos y caballos) y de forma secundaria en la agricultura cerealística. Practicaban la incineración como ritual funerario.

El número de poblados, tanto castros como citanías, aumenta considerablemente en el entorno, siendo en gran parte, precursores de las poblaciones actuales. Los castros situados en altos y ubicaciones de difícil acceso acabarán por abandonarse en su mayoría con la llegada de los romanos. También ha de tenerse en cuenta que poblaciones de origen anterior todavía seguirian habitadas en esta época, como es el caso de El Castillejo de Cilleros, originado en la Edad del Cobre pero habitado posiblemente hasta la Edad del Hierro.

Muralla y foso del castro de Salvaleón

Entre estos pueblos existían determinadas diferencias. Entre los lusitanos y los vetones existen grandes desigualdades sociales y económicas, motivadas por la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos. La pobreza y la escasez de recursos entre muchos de ellos provocaron la aparición del bandolerismo, fenómeno que se manifestaba mediante incursiones hostiles para saquear alimentos en el territorio de otros pueblos de la Meseta o del Sur.




Fuente: Cultura Extremeña; Historia de Sierra de Gata - Domingo Domené.