Durante la Edad del Hierro, aparecerá este nuevo metal para la fabricación de armas y todo tipo de herramientas. Con los utensilios de hierro, se mejorará el trabajo en el campo y las condiciones de vida de los pueblos. El hierro es un mineral abundante en la naturaleza, pero tiene el inconveniente de que aparece mezclado con otros minerales, lo que exigía unos complicados conocimientos técnicos para la época en que comienza su empleo. Para obtener la forma deseada y hacerlo resistente es necesario calentarlo a temperaturas muy altas.

Este primer periodo de la llegada de la metalurgia del hierro a nuestro territorio se le conoce como “Periodo orientalizante”. Se denomina así porque toda Extremadura experimentó la influencia cultural de Tartessos, reino situado en el valle inferior y medio del Guadalquivir, que mantenía intensos contactos comerciales con los fenicios y los griegos, pueblos del Mediterráneo oriental interesados en los metales (estaño, cobre, plata y oro) que podían conseguir en la Península Ibérica. En este tiempo se comenzó a desarrollar la vía de la Plata como ruta principal de comunicación y comercio de los pueblos extremeños con todo el mercado Mediterraneo.

Re-creación del Santuario tartésico de Cancho Roano

A toda Extremadura, procedentes de los pueblos orientales (fenicios y griegos) y a través de Tartessos, llegan tecnologías y rasgos socioculturales hasta entonces desconocidos: la metalurgia del hierro, el torno de alfarero, el ritual funerario de la incineración, nuevos sistemas constructivos, la escritura, nuevos tipos de cerámica, el cultivo del olivo y la obtención del aceite y abundantes adornos para las personas (bronces, marfiles, joyas, etc.). De esta manera, nuestro territorio quedaba integrado como periferia en el área de influencia de Tartessos, destacado centro cultural y comercial, extendido por todo el Sur peninsular.

Los principales hallazgos arqueológicos de esta época son el tesoro de Aliseda, consistente en un ajuar funerario encontrado en una tumba de este pueblo cacereño, que albergaba los restos de una mujer. Estaba compuesto de un gran número de joyas de oro: una diadema, un cinturón, torques, pendientes, brazaletes, piezas de collar, anillos y cadenillas; así como recipientes de plata y oro, un espejo de bronce y un jarro de vidrio.

Tesoro de Aliseda - Museo Arqueológico Nacional

También resulta de gran interés otro tesoro con influencia orientalizante, el de Serradilla (Cáceres), compuesto por varios tipos de pendientes, fragmentos y placas de oro y cadenillas.

Tesoro de Serradilla - Museo Arqueológico de Cáceres

Y se cree que también pudo tener como origen Tartessos alguna de las piezas de orfebrería que se encontró en el llamado "tesoro de Penha-García", el cual parece ser que realmente fue hallado en la zona de El Palancar, junto a la rivera trevejana. Don Samuel Sousa, quién fue párroco de El Payo, contó en 1937 que se encontraron más de mil monedas de plata de los años 200 al 70 a. C. y trozos de collares y pulseras. Los obreros portugueses que trabajaban el la finca de El Palancar, para burlar la ley que regula la pertenencia del hallazgo de tesoros, dijeron haberlas encontrado en Penagarçía (Portugal). Sin embargo el dueño de El Palancar, don Nicolás de Ojesto, consiguió que uno de ellos le vendiera doscientas y pico de las monedas y siete trozos de las joyas de oro, que eran cuatro de joyas de forma indeterminada, un brazalete completo, y una especie de gran pendiente o brazalete.

El principal hallazgo arquitectónico de ésta época y cultura podría ser el palacio-santuario de Cancho Roano en Zalamea de la Serena (Badajoz). De marcado carácter orientalizante, este edificio se cree que podía tener tres pisos de altura y estar rodeado por un foso. Tiene planta cuadrada, con dos cuerpos adelantados a modo de torres. Delante se abre un gran patio, que sirve para distribuir el acceso al interior del edificio. Este monumento podía cumplir tres finalidades: residencia de un posible monarca de carácter religioso, lugar de culto y almacén.


Fuente: Cultura Extremeña; Historia de Sierra de Gata - Domingo Domené.