Durante época medieval, la forma funeraria más habitual continuó siendo la inhumación individual tanto para adultos como subadultos, observándose una tendencia a homogeneizar las prácticas rituales.

Llama la atención a este respecto, según resaltan algunos expertos, que en las sepulturas infantiles se coloque a las criaturas de lado, en posición de dormir, cuando la posición normal de adultos y subadultos en las necrópolis cristianas era la de boca arriba, con el cuerpo estirado; este hecho, parece sugerir en sí mismo un tratamiento especial (un cuidado) hacia los más pequeños.

Igualmente, se evidencia que los recién nacidos e infantiles eran enterrados junto a un considerable número de objetos que habían sido colocados durante el proceso de lavado y preparación del cuerpo en el hogar y que en su mayoría son interpretados como amuletos con función protectora o relacionados con el trabajo doméstico femenino.

Así, si tenemos en cuenta 

la localización de las sepulturas, la posición del cuerpo y la colocación de presentes funerarios apotropaicos, podemos pensar que las mujeres medievales que preparaban los cuerpos para su sepultura se preocupaban especialmente por ofrecer una protección especial a los pequeños.

A los datos anteriores, nos resta añadir para completar el panorama, la sorprendente continuidad de la práctica de inhumar a ciertos infantiles dentro del espacio doméstico de las casas y fuera del terreno consagrado de la iglesia o cementerio, lo que parece resaltar de nuevo el deseo de ofrecer una protección adicional a los más pequeños.

Así las cosas, no debemos caer en el error de considerar automáticamente que todos los entierros domésticos fueran para infantiles fallecidos sin haber sido bautizados, pues han sido localizados niños inhumados en diversos contextos habitacionales lo suficientemente mayores como para haber recibido este sacramento y, por tanto, debemos valorar que enterrarle en casa pudo ser resultado de una decisión deliberada, que además debió traer consigo “un interesante desafío a la autoridad eclesiástica al impedir el entierro en suelo consagrado”.

En el marco espacial de Cilleros, de momento sólo ha sido localizado un enterramiento infantil bajo el suelo medieval de un sajurdón, reutilizado posteriormente. La tumba se observa parcialmente porque la parte de la cabeza está bajo el muro de la vivienda. Tiene aparente forma de bañera, unas dimensiones de 116cm de largo, 36cm de ancho en la zona de los hombros y 21cm en la zona de los pies. Al igual que la mayoría de tumbas excavadas en roca, la cabeza se encuentra orientada hacia el sur-oeste.

Se nota la poca frecuencia de tumbas infantiles, algo raro en un periodo en el que la tasa de mortalidad infantil debió haber sido muy alta.







Fuente: Teresa Fernández - Enterramientos infantiles en contextos domésticos