Liberada Sierra de Gata del poder musulmán en tiempos de Alfonso IX de León, su sucesor , Fernando III de Castilla (por la unión de la Corona de León y la de Castilla), pudo ya dedicarse a organizar los territorios conquistados. No solo había que fortalecer los castillos y las murallas sino que había que poblar también la tierra y ordenar la vida económica.
El siglo XIII se inicia con la victoria de las Navas de Tolosa, lo cual supuso la seguridad de la zona del Tajo y el avance ya imparable de los Reinos Cristianos hacia Andalucía. La actividad económica principal de los habitantes del Reino de León en el siglo XII era la ganadería, que fue durante mucho tiempo el motor principal de la economía. Conforme avanza la Reconquista, los Reinos Cristianos pasan de una economía exclusivamente agrícola y ganadera, a otras actividades en que la artesanía, la incipiente industria y el comercio van desarrollándose lentamente y tomando caracteres especiales en algunos Concejos castellanos. La actividad ganadera, junto con la agrícola, está regulada en los Fueros otorgados a los Concejos. También fueron reguladas las actividades de los artesanos que, en general, alternaban sus trabajos con el cultivo del campo.
La principal producción agrícola eran los cereales. Abundaban por todas partes las viñas. El olivo no pasó del Duero y entre los árboles frutales sobresalía el manzano. También se cultivaba mucho el lino y el cáñamo.
En cuanto a la ganadería, era muy importante el ganado lanar, aunque también abundaban las otras especies animales, y se protegía de una manera especial la producción de caballos, necesarios para la guerra. El ganado vacuno se utilizaba para labrar la tierra. En cuanto a la producción industrial, se puede decir que estuvo reducida en la España cristiana a trabajos de artesanía y a la obtención de productos imprescindibles para vestirse y alimentarse. Fue durante mucho tiempo una industria de subsistencia. Cada familia producía sus propios vestidos, los necesarios productos alimenticios y hasta sus útiles de trabajo. Las industrias locales fueron muy rudimentarias ya que solo producían prendas de vestir, utensilios domésticos, arreos para cabalgar y para labores agrícolas; a partir el siglo XII es visible el crecimiento de una industria textil productora de paños para el abastecimiento interno. Los mozárabes, procedentes de Andalucía como consecuencia de las persecuciones a que estuvieron sometidos, crearon pequeñas industrias a imitación de las cordobesas, pues en la España musulmana la industria y el comercio estaban muy desarrollados.
La actividad mercantil estuvo limitada en los primeros tiempos de la Reconquista a los mercados locales, donde se compraba y se vendía semanalmente los productos agrarios y artesanos más necesarios. Después ya aparecen las tiendas permanentes y las ferias, así como mercaderes profesionales que traficaban con productos manufacturados procedentes en su mayoría de Al-Andalus, ya que la España cristiana no estaba en condiciones de producirlos. El trabajo agrícola, la ganadería y la guerra eran casi las únicas actividades. Toda esta producción agrícola, ganadera y artesana tiene que seguir unos canales comerciales dirigidos al abastecimiento e la población mediante el trueque y la venta de productos. Así surgen los mercados y las ferias.
Durante el reinado de Abderraman I (siglo VIII) ya existían en la península mercados rurales y urbanos. Para su abastecimiento se necesitaba una cierta densidad de población, un lugar espacioso y de fácil acceso. Tenían lugar en las afueras de la localidad o en la plaza con soportales que protegían del sol, del agua o del frío. Los mercados tenían lugar un día determinado de la semana y requerían ciertas medidas de protección necesarias para la paz y seguridad del mercado, de los asistentes y sus mercancías. El mercado era un privilegio que concedía el Rey, o el Señor. Ambos, al concederlos, se convertían en protectores de los que asistían al mercado y establecían las penas por delitos cometidos durante la celebración del mismo. No se puede precisar cuando empezaron a existir los mercados en la España cristiana, pero ya se tienen noticias de su existencia en las poblaciones del Camino de Santiago y en las ciudades y villas del interior. Es probable que en muchas ocasiones, cuando la villa tenía cierta entidad se estableciera un mercado, por costumbre tolerada y por necesidad de proveer de alimentos y útiles de trabajo, tanto a la población, como a las aldeas próximas. La mayoría de las villas de cierta importancia tenían señalado día de mercado y aún se conserva la costumbre de preferir ese día ara ir a comprar o vender por haber mayor concurrencia de gente del contorno. La primera referencia documentada al respecto del mercado en Cilleros la encontramos bastante más tarde en la historia, en el Catastro de Ensenada, del año 1753, lo cual no indica que no se llevase celebrando en la villa durante años como podremos comprobar más adelante, aunque quizás pudo haber sido intermitente en la historia y haber ya existido siglos atrás. En dicho interrogatorio, en respuesta a la pregunta sobre "Cuántas tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes, barcas sobre ríos, mercados, ferias, etc. hay en la población?" se responde:
El siglo XIII se inicia con la victoria de las Navas de Tolosa, lo cual supuso la seguridad de la zona del Tajo y el avance ya imparable de los Reinos Cristianos hacia Andalucía. La actividad económica principal de los habitantes del Reino de León en el siglo XII era la ganadería, que fue durante mucho tiempo el motor principal de la economía. Conforme avanza la Reconquista, los Reinos Cristianos pasan de una economía exclusivamente agrícola y ganadera, a otras actividades en que la artesanía, la incipiente industria y el comercio van desarrollándose lentamente y tomando caracteres especiales en algunos Concejos castellanos. La actividad ganadera, junto con la agrícola, está regulada en los Fueros otorgados a los Concejos. También fueron reguladas las actividades de los artesanos que, en general, alternaban sus trabajos con el cultivo del campo.
La principal producción agrícola eran los cereales. Abundaban por todas partes las viñas. El olivo no pasó del Duero y entre los árboles frutales sobresalía el manzano. También se cultivaba mucho el lino y el cáñamo.
En cuanto a la ganadería, era muy importante el ganado lanar, aunque también abundaban las otras especies animales, y se protegía de una manera especial la producción de caballos, necesarios para la guerra. El ganado vacuno se utilizaba para labrar la tierra. En cuanto a la producción industrial, se puede decir que estuvo reducida en la España cristiana a trabajos de artesanía y a la obtención de productos imprescindibles para vestirse y alimentarse. Fue durante mucho tiempo una industria de subsistencia. Cada familia producía sus propios vestidos, los necesarios productos alimenticios y hasta sus útiles de trabajo. Las industrias locales fueron muy rudimentarias ya que solo producían prendas de vestir, utensilios domésticos, arreos para cabalgar y para labores agrícolas; a partir el siglo XII es visible el crecimiento de una industria textil productora de paños para el abastecimiento interno. Los mozárabes, procedentes de Andalucía como consecuencia de las persecuciones a que estuvieron sometidos, crearon pequeñas industrias a imitación de las cordobesas, pues en la España musulmana la industria y el comercio estaban muy desarrollados.
La actividad mercantil estuvo limitada en los primeros tiempos de la Reconquista a los mercados locales, donde se compraba y se vendía semanalmente los productos agrarios y artesanos más necesarios. Después ya aparecen las tiendas permanentes y las ferias, así como mercaderes profesionales que traficaban con productos manufacturados procedentes en su mayoría de Al-Andalus, ya que la España cristiana no estaba en condiciones de producirlos. El trabajo agrícola, la ganadería y la guerra eran casi las únicas actividades. Toda esta producción agrícola, ganadera y artesana tiene que seguir unos canales comerciales dirigidos al abastecimiento e la población mediante el trueque y la venta de productos. Así surgen los mercados y las ferias.
Durante el reinado de Abderraman I (siglo VIII) ya existían en la península mercados rurales y urbanos. Para su abastecimiento se necesitaba una cierta densidad de población, un lugar espacioso y de fácil acceso. Tenían lugar en las afueras de la localidad o en la plaza con soportales que protegían del sol, del agua o del frío. Los mercados tenían lugar un día determinado de la semana y requerían ciertas medidas de protección necesarias para la paz y seguridad del mercado, de los asistentes y sus mercancías. El mercado era un privilegio que concedía el Rey, o el Señor. Ambos, al concederlos, se convertían en protectores de los que asistían al mercado y establecían las penas por delitos cometidos durante la celebración del mismo. No se puede precisar cuando empezaron a existir los mercados en la España cristiana, pero ya se tienen noticias de su existencia en las poblaciones del Camino de Santiago y en las ciudades y villas del interior. Es probable que en muchas ocasiones, cuando la villa tenía cierta entidad se estableciera un mercado, por costumbre tolerada y por necesidad de proveer de alimentos y útiles de trabajo, tanto a la población, como a las aldeas próximas. La mayoría de las villas de cierta importancia tenían señalado día de mercado y aún se conserva la costumbre de preferir ese día ara ir a comprar o vender por haber mayor concurrencia de gente del contorno. La primera referencia documentada al respecto del mercado en Cilleros la encontramos bastante más tarde en la historia, en el Catastro de Ensenada, del año 1753, lo cual no indica que no se llevase celebrando en la villa durante años como podremos comprobar más adelante, aunque quizás pudo haber sido intermitente en la historia y haber ya existido siglos atrás. En dicho interrogatorio, en respuesta a la pregunta sobre "Cuántas tabernas, mesones, tiendas, panaderías, carnicerías, puentes, barcas sobre ríos, mercados, ferias, etc. hay en la población?" se responde:
… así mismo hay en esta villa un mercado todos los viernes de la semana, el que es libre de tramos de toda Contribución por costumbre, y que no hay ferias....
Además de los productos alimenticios se vendían en el mercado toda clase de animales domésticos mayores y menores. Generalmente los cereales no pagaban impuesto a fin de favorecer el abastecimiento de pan, alimento básico. El vino local también se protegía imponiendo fuertes tasas a los vinos forasteros. También se vendían en el mercado los tejidos, el calzado, los colorantes utilizados en la industria textil, los utensilios de cobre, plomo, estaño, hierro, calderas, sartenes, herraduras, instrumentos de labranza, etc. En el año 1796, Eugenio Larruga en su obra Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España cuenta lo siguiente sobre el mercado en Cilleros:
En la Villa de Cilleros se hace en el Viernes de cada semana un mercado franco, el que se ha introducido en este siglo por sus vecinos; al cual solo acuden paños pardos de Torrejoncillo, y bayetas de Casatejada, y algunos géneros, comestibles, calzado y suela de Garrovillas; y no concurren a él géneros de otros países, ni platerías, ni cambiadores, ni a comprar de otras partes mas, que tan solamente de los lugares circunvecinos que distan dos leguas de dicha Villa, y estos pocas veces.
Los Fueros, que regulan todos los aspectos de la vida en ciudades y villas importantes, establecen entre otros preceptos, los que tratan de evitar la defraudación y el engaño en las pesas y medidas, así como dan normas en relación con el orden y la policía de los mercados. El mercado en Cilleros debía celebrarse por entonces en lo que era el centro de la población, la actual Plaza de San Blas, allí se ubicaba el antiguo ayuntamiento, muy cercano al actual, y era donde se encontraba la "casa de pesos y medidas" de la villa; todavía se sigue conservando el nombre de dicha calle en Cilleros, la calle del Peso. Actualmente, el mercado se celebra los jueves de cada semana y en lo que se considera hoy en día el centro de la población, la Plaza del Caño.
En relación con las ferias, diremos que aparecen en el siglo XII durante el reinado de Alfonso VII el Emperador y surgen en una ciudad, o villa cabecera de comarca, donde el movimiento comercial se desarrolla tanto que acuden comerciantes de otras comarcas o regiones. Generalmente se conceden como privilegios reales a poblaciones que han demostrado lealtad al Rey, han prestado grandes servicios al Reino, o bien porque su Señor tenía gran valimiento en la Corte. Así podemos comprobar como en la población de Coria dada su mayor importancia existían ferias los días 3 de mayo, 29 de junio y 8 de septiembre; en la villa de Cilleros la celebracón de las ferias se limitaba a dos días al año, el 1 de junio y 1 de septiembre. Aunque estos datos son de un periodo relativamente reciente (como hemos visto en la respuesta del Catastro de Ensenada del 1753, en Cilleros no se celebraban ferias por esa época) si sabemos que por ejemplo a mediados del siglo XX, nuestros abuelos todavía tenían que desplazarse para vender el ganado a la feria de Coria, ya que dada su mayor importancia la mayoría de comerciantes acudían a la misma, se tardaba un día en la ida y otro en la vuelta por los caminos y cañadas; posteriormente, las ferias de Cilleros fueron incrementando su popularidad y ya no se hizo necesario desplazarse a otras ferias, porque los compradores y comerciantes comenzaron a frecuentar nuestra localidad.
Las ferias son tipos de mercados de escasa periodicidad que se celebraban normalmente una vez al año en una comarca y a la que acudían los labradores, ganaderos y artesanos a vender sus productos y comprar otros, así como ciertos mercaderes que iban de feria en feria trasladando y vendiendo sus géneros. Hay características muy diferenciales entre lo que es una feria y un mercado. Así vemos que el mercado dura por lo general un día, es semanal, o bisemanal en ciudades y villas importantes y, en cambio, la feria suele ser anual y durar varios días. El mercado realiza principalmente intercambios de carácter local, mientras que la feria realiza un comercio de mayor volumen y a ella llegan productos lejanos que a veces no se obtienen en la comarca. En el mercado se abastecen directamente los consumidores, mientras que en la feria, además de los consumidores, compran para almacenar y distribuir los mercaderes de oficio. La feria además era motivo de grandes festejos populares y se celebraban coincidiendo con las más importantes festividades religiosas del lugar. Las fechas de las ferias se establecían de forma que los feriantes pudieran asistir a ellas sin que coincidieran con otras próximas, y la mayor parte, en días de señalada festividad religiosa como hemos dicho anteriormente.
Como rasgo general de la economía rural cillerana, tenemos que decir que hay una complementariedad entre la agricultura y la ganadería. Los agricultores y ganaderos viven juntos y muchas veces son la misma persona. No hay monocultivo ni especialización en las producciones. Cada familia practica una relativa economía de subsistencia y produce un poco de todo. Cuando les faltaba algún producto o querían vender lo que producían, acudían a los mercados y ferias próximos.
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