Las formas de enterramiento en la Edad Media varían según la época, el lugar o la importancia del difunto, en general, los tipos fundamentales son tumbas de lajas y sarcófagos de piedra. En la Edad Media, dentro del ámbito cristiano, se practicaron diferentes formas de enterramiento, con un ritual único, relacionado con la creencia en la inmortalidad del alma y en la resurrección del cuerpo. Aunque las costumbres ligadas a este ritual evolucionaron a lo largo de la época, con distintas normativas para hacer los enterramientos dentro o fuera de los templos y sus límites, sus características se mantuvieron constantes: inhumación, orientación de las tumbas al Este (para "mirar" hacia el sol naciente por la asociación luz-Dios-resurrección), vinculación a los edificios religiosos, y ausencia de ajuar en la mayoría de los casos. Los tipos de enterramientos según la estructura pueden ser:

  • Tumbas excavadas en la roca: el hueco en la roca es trapezoidal, con fondo recto o en bañera. Las más evolucionadas resaltan los bordes de la tumba en un intento de imitar los sarcófagos. La cubierta se hace con una o varias losas. Su cronología, sin límites precisos, oscila entre los siglos VIII y XII.
  • Tumbas de lajas: es la manera más sencilla de enterramiento. La estructura se basa en una excavación en la tierra de forma trapezoidal o rectangular, la colocación de lajas o losas en posición vertical adaptadas a las paredes del hueco, con o sin mortero, y cubierta de losas horizontales apoyadas en las verticales. La mayoría carece de suelo, aunque algunas pueden tener losas, piedras planas o roca madre. La cabecera puede estar marcada por dos o tres piedras que proporcionan una estructura antropomorfa. Su cronología, podría abarcar desde el siglo IX al siglo XVI.
  • Sarcófagos de piedra: su utilización estuvo limitada a las capas más pudientes de la sociedad. La caja suele ser trapezoidal y su interior antropomorfo. La cubierta varia entre la simple a dos aguas y la poligonal, sin decoración o con ella, incluyéndose inscripciones y heráldica. Aunque existen ejemplos anteriores al siglo XI, su uso se debió generalizar a partir del siglo XII.

Como complemento en el mundo funerario medieval, destacan las Estelas, sencillos monumentos de piedra que servían para indicar la situación de la tumba, colocadas en la cabecera a modo de lápida, y también posiblemente, para delimitar el recinto funerario. La Estela medieval más frecuente es en forma de disco, decorado generalmente con una cruz y motivos geométricos, con un pie liso para hincarlo en el suelo.