Con correcta orientación a Levante, como el resto de iglesias serragatinas, Pedro de Ybarra, maestro mayor de las obras de la Orden de Alcántara y del Obispado de Coria, construyó una cabecera en la segunda mitad del siglo XVI, de forma poligonal, y con comienzo de los brazos que configurarían una cruz latina, sobre una nave de finales del siglo XV. La obra se encuentra inconclusa; tal fenómeno no debe atribuirse a una dificultad arquitectónica, sino a razones de índole económica, ya que cuando se empezó a construir la iglesia, estaban cercanas a su remate las de Hoyos, Acebo y Gata, y en misma fase de construcción la de Valverde del Fresno y la de Torre de Don Miguel. Eran planes muy ambiciosos para pueblos modestos que comenzaban a vivir épocas de declive económico.

Cabecera y Sacristía

En la construcción se utiliza como material el sillar granítico procedente de las ricas canteras serranas. Los muros sólidos, aparejados a soga y tizón y con grosores variables, desde 1 metro en las naves hasta 1,8 metros en la capilla mayor. En algunas ocasiones hay irregularidades en el aparejo motivadas por una labra poco cuidada o, por haber aprovechado parcialmente el cerramiento de una construcción precedente. De las marcas de los canteros, no se pueden obtener conclusiones, aunque algunas se repiten en más de un edificio serragatino, no se ha podido establecer vinculación con ningún artífice concreto. Los sistemas de refuerzo se basan en un anillo en talud que abraza el cuerpo inferior del presbiterio; los contrafuertes aparecen con estructuras prismáticas divididas en dos o tres cuerpos por impostas. Los remates también en talud sin alcanzar la cornisa.


La organización del espacio interno en la iglesia de Cilleros, por haber encoladura de dos edificios, no sigue un criterio unitario, pues la nave se divide en cuatro tramos, con estructura ligeramente apuntada en el arco toral y con puertas igualmente apuntaladas, típicas de la arquitectura gótica del siglo XV. Los soporte interiores son de una riqueza y variedad extraordinaria; entre los pilares adosados, predominan los compuestos por tres baquetones cilíndricos unidos por entrecalles cóncavas; suelen llevar basas de penetraciones y en los capiteles un trozo de entablamento. También hay diversidad entre las ménsulas, poligonales de lados cóncavos que se forman con un trozo de entablamento en su parte superior y pinjante con dentellones en la inferior; el tamaño de la ménsula sobrepasa los cánones habituales, descendiendo por el muro a modo de interrumpidas columnas. El modelo más evolucionado, con manierista ces y eses, se usa en la sacristía y, asimismo, en los comenzados brazos de crucero. Ceñidas a la funcionalidad de dotar de iluminación al interior de la iglesia, las ventanas muestran un interés muy limitado; se han cegado las horadadas al Norte; las que permanecen abiertas son de dibujo rectangular con cierre superior en medio punto, y con sencillas molduraciones renacentistas. No existen vidrieras en la actualidad, aunque si es probable que las tuvieran anteriormente, como consta por diversos datos documentales que indican la presencia de artistas vidrieros procedentes de Toledo y Salamanca en algunas localidades serragatinas.

Existe una evidente relación entre la planta y el abovedamientos; tal relación no es propiamente causa-efecto, sino que juega un papel primordial el momento constructivo. En la cabecera poligonal se monta bóveda estrellada, con un primer cuerpo correspondiente al tramo recto presbiteral y un segundo para resolver el ochavo. La casi absoluta identidad de las cabeceras de Cilleros y Valverde del Fresno, que permiten pensar en la utilización de unas mismas trazas arquitectónicas, se rompe parcialmente en la solución de las cubiertas, variando el dibujo, aunque manteniendo un mismo esquema. Los nervios son finos y de perfil triangular; en sus entrecruzamientos se dibujan claves circulares. Los adornos de las claves son variados: la jarra de azucenas, motivo mariano, además de una clave con leve rehundimiento circular en la tortera. No abundan los temas decorativos en el interior. La presencia de una imposta corrida en la cabecera, que rompe la ascensión de los muros y señala una división entre partes sustentantes y sustentadas, organizada como un entablamento que sirve también para coronar los soportes, dibujando los capiteles adosados o formando el cuerpo superior de las ménsulas. Perfilan sus entablamentos con un arquitrabe de listeles poco destacados, un triso desornamentado y saliente cornisa lograda por una moldura en gola.

Detalle del brazo del crucero

La decoración exterior es más variada, con un entablamento quizá extraído del tratado de arquitectura “Medidas del Romano” de Diego de Sagredo (año 1526) y que, en todo el territorio diocesano, con muy ligeras variantes va a ser utilizado por Pedro de Ybarra en las obras en las que interviene directamente o en aquellas para las que presenta trazas y condiciones. Consiste tal entablamento en un arquitrabe de listones, un ancho friso desornamentado y una cornisa de dentellones.


Respecto a la sacristía, no cabe duda que la Iglesia de Nuestra Señora de los Apóstoles es un claro exponente de un modelo que en toda la diócesis alcanzó una extraordinaria difusión. El diseño parece proceder de Ybarra y su campo de aplicación no es exclusivo de las sacristías, sino que es también muy apto para solucionar tramos de escalera, pequeñas capillas colaterales o brazos de crucero. Su tipología afecta exclusivamente a la cubierta, con bóveda de cañón dividida por finos nervios en varias calles; los nervios descansan en ménsulas y, generalmente, estas van unidas por un entablamento. Utilizado en la sacristía de la catedral de Coria o en las escaleras del coro de la concatedral de Santa María de Cáceres, el sistema también aparece no solo en la sacristía sino también en los comenzados brazos de crucero de la iglesia de Cilleros. Construida simultáneamente a la capilla mayor, la sacristía de Cilleros resulta la más atractiva de las sacristías serragatinas, en cuyas ménsulas se aplican unas efigies de querubines trabajadas con singular delicadeza. El coro forma parte de la obra más temprana, tratándose de una muestra muy elemental de arquitectura popular; si escasa importancia tuvieron en épocas pretéritas, menor es ahora, después de haber sufrido múltiples reformas que han desdibujado su configuración original.

Detalle de la Sacristía



Fuentes: Francisco Sánchez Lomba - Arquitectura eclesial del siglo XVI en la Sierra de Gata