En los últimos años se está dando en nuestra extensa tierra, el interés por un variado número de temas que tienen gran parte de su base en leyendas o tradiciones transmitidas sencillamente de forma oral, es decir son fundamento documental y esto tal y como se puede apreciar agrada a una gran mayoría de lectores. Pero aún, si cabe, se consigue mayor interés, cuando se demuestra que lo que en un principio tiene una base simplemente de leyenda, con el tiempo y la constancia se llega a demostrar que es algo palpable o al menos lo ha sido en algún momento de su historia. Es decir algo real.
En la práctica totalidad de los pueblos de Sierra de Gata se ha conservado alguna historia que hace referencia a algún tesoro o cantidad de monedas que alguien ha escondido, generalmente musulmán o hebreo o persona poco confiada en las originarias entidades bancarias, y que por muy distintos motivos posteriormente no pudieron recuperar. ¿Quién no ha escuchado hablar alguna vez del tesoro que se esconde en la Peña Irhal, en la Sierra de Santa Olalla, Cilleros?
En Extremadura existen infinidad de historias referidas a la ocultación de objetos valiosos, tales como monedas, joyas, documentos etc. o mágicos con supuestos poderes extraordinarios. Fechados fundamentalmente en los siglos XV y XVI, en menor cantidad otros relativos al siglo XVII, incluso a alguno de tiempos posteriores.
El motivo que movió a hebreos y musulmanes a ocultar en total verdaderas toneladas de oro, plata, perlas, diamantes y otros objetos, fue el temor latente ante sus expulsiones a que fueran robados por el camino de expulsión, pensando que pasado algún tiempo podrían volver a los lugares donde habían vivido algunos de ellos, durante varias generaciones, y así recuperar sus riquezas. Algo que como ya sabemos no ocurrió, para desgracia de ellos y beneficio de muchos cazadores de tesoros o simples oportunistas.
La mayoría de las noticias se refieren a lo que se escondió en lugares apartados de las poblaciones, es decir cerca de puentes, arroyos, ermitas, castillos o cualquier otra pista que pudiese facilitar su recuperación. En menor medida se dan casos referidos a tesoros enterrados o simplemente escondidos en el interior de pueblos, pues como es de suponer estas noticias son conocidas por una gran cantidad de vecinos, es evidente.
Evidentemente en este tema, tal y como ocurre en torso muchos, siempre salen “listillos”, que viviendo de la mentira y el oportunismo obtienen algunas sumas de dinero. Sirva de claro ejemplo el caso que seguidamente vamos a contar y que lógicamente no es el único.
Nos situamos a finales del siglo XIX. Bonifacio Montero, era natural de Cilleros y se dedicó por largo tiempo, prácticamente toda su vida, a fabricar falsos libros de tesoros. Escribía con tinta añeja en viejos papeles, con datos de lugares misteriosos, con tesoros espléndidos. Posteriormente sometía lo escrito a los humos de chimenea y seguidamente los enterraba para que la humedad y el moho le diesen aspecto de antiguos, después se las apañaba para colocar estos libros o escritos en las manos de los investigadores mas avispados y obsesionados con encontrar tesoros, de los que obtenía importantes sumas de dinero a cambio de prácticamente nada.
Aquí nos podríamos preguntar: Pero entonces ¿Cómo descubrir el verdadero dato, del falso? La respuesta es muy sencilla, para ello nada mejor que investigar los mismos y continuar las pistas marcadas, así al final y no sin pocos esfuerzos descubriremos donde se encontraba la mentira y donde la verdad.
Fuente: Alonso Corrales Gaitán - Tesoros escondidos en Extremadura
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