Hubo una época, desde finales de los sesenta y hasta principios de los ochenta, en que el erotísmo se erigió en fenómeno social de una España ávida de sexo más o menos explícito. Un tiempo de cuerpos peludos y pechos sin silicona. Las mujeres eran naturales, no estaban depiladas ni operadas, algunas incluso ¡estaban gorditas!.

Los primeros pasos del erotismo se caracterizaron por su precaución, casi siempre en formatos que mezclaban el sexo con otros argumentos secundarios: comedias subidas de tono o documentales presuntamente educativos. Mientras en Francia se hacían películas como "El último tango en París", en España nos llovían las de Alfredo Landa. Para la dictadura los pecados contra el sexto mandamiento eran mortales de necesidad, empezando por el desnudo. Los diarios deportivos recibieron instrucciones para retocar los torsos provocadores de los boxeadores. En las playas, albornoz obligatorio. En televisión, se manejada un chal para tapar escotes generosos y piernas. El censor tachaba en las galeradas las palabras vientre, muslo, axilas, pantorrilla y ombligo.


El erotísmo no emergió en España hasta el fin de la dictadura franquista. Los cineastas, actores y actrices abrazaron el género con entusiasmo. En septiembre de 1976 la revista Interviu desafía a la censura y publica en su portada el primer desnudo de la Transición. El atrevimiento es doble porque la mujer que rompe con todas las leyes es Marisol, la niña prodigio del cine español. El éxito de Interviu fue notable, vendió más de un millón de ejemplares. No transcurrió mucho tiempo para que el destape llegase también a Cilleros; fue durante las Navidades de 1976 cuando los paisanos pudieron contemplar por primera vez en público, una revista con desnudos integrales. El acontecimiento tuvo lugar en el cine Variedades, actuaban el por entonces todopresente Rafael Farina, acompanado por una tropa de vedettes que protagonizaron la revista “Las Revoltosas del Destape”. Sobra decir que el espectáculo causó furor entre los cilleranos, llegándose a recordar tal evento en conversaciones actuales, cuando ya han pasado más de treinta años desde entonces.

Al año siguiente, el 11 de noviembre de 1977, Pío Cabanillas, a la sazón ministro de Cultura con UCD, terminaba oficialmente con la censura del antiguo régimen. Había nacido oficialmente “el destape”.