Por el siglo XI las defensas de Santibáñez no debían tener mucha importancia; no dejaría de ser más que un simple cerco murado y una airosa torre, auténtica atalaya muy a propósito para vigilar posibles razzias de los cristianos, que con frecuencia se descolgaban desde la meseta y vivaqueaban por toda la franja que constituye la llamada Sierra de Gata. La expresada torre era semejante a la de Almenara en Gata, que aún se sostiene arrogante, a corta distancia, luciendo su ropaje de sultana, aunque destruida en parte y sin las almenas de su corona. Dista unos veinte metros de la primera cerca, que protegía posiblemente una pequeña alcazaba por el lado del naciente, y juntamente con la dicha Almenara las torres moriscas de Trevejo y Eljas, y otra de análoga traza que debió alzarse en el vecino pueblo de Cadalso, constituían los vigías permanentes de aquella región; centinelas siempre alerta ante posibles arremetidas de castellanos y leoneses.
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