Por el siglo XI las defensas de Santibáñez no debían tener mucha importancia; no dejaría de ser más que un simple cerco murado y una airosa torre, auténtica atalaya muy a propósito para vigilar posibles razzias de los cristianos, que con frecuencia se descolgaban desde la meseta y vivaqueaban por toda la franja que constituye la llamada Sierra de Gata. La expresada torre era semejante a la de Almenara en Gata, que aún se sostiene arrogante, a corta distancia, luciendo su ropaje de sultana, aunque destruida en parte y sin las almenas de su corona. Dista unos veinte metros de la primera cerca, que protegía posiblemente una pequeña alcazaba por el lado del naciente, y juntamente con la dicha Almenara las torres moriscas de Trevejo y Eljas, y otra de análoga traza que debió alzarse en el vecino pueblo de Cadalso, constituían los vigías permanentes de aquella región; centinelas siempre alerta ante posibles arremetidas de castellanos y leoneses.


El primer monarca que hizo armas contra dicha fortaleza fue el rey Fernando II de León, que descendiendo por el puerto de Perales en el año 1167, sitió y conquistó este castillo, llamado por entonces de San Juan de Máscoras, del que hizo donación a la Orden Militar de los Templarios. La fortaleza se volvió a perder, y no fue hasta el año 1212 cuando Alfonso IX la reconquistó definitivamente, donándola en este caso a los caballeros de la Orden Militar del Pereiro u Orden de Alcántara.






Fuentes: Velo y Nieto - Castillos de Extremadura; Publio Hurtado - Castillos, torres y casas fuertes de la provincia de Cáceres