Es un monumento sencillo, modesto y olvidado que está ligado a la historia y configuración de nuestro pueblo y que ha desaparecido, perdiendo un elemento arquitectónico que en un momento dado fue elemento fundamental de la vida y cultura ciudadana.

Re-creación del rollo-picota de Cilleros

Inicialmente, cada uno tenía su funcionalidad. El rollo era la categoría administrativa que tenía la localidad, puesto que solo se alzaba en las villas que tenían permiso para impartir justicia y el régimen al que quedaba sometida, bien fuera real, concejil, secular o eclesiástico, pero con el transcurso del tiempo ambos documentos acabaron fusionándose posiblemente a partir del siglo XV en un único monumento entrocándose con la picota, que es el que tenía la función penal.

Las picotas se comenzaron a emplear en el siglo XIII. Las primeras se tallaron en madera, y posteriormente se esculpieron en piedra. Su función era la de exhibir en ellas para su escarnio a los reos y por supuesto, causar temor en el resto del pueblo, que al ver el destino del infeliz podía aplicarse eso de “cuando veas las barbas de tu vecino pelar…”.

En la picota no solamente se ataba al reo, según el delito cometido se le desnudaba y untaba en miel para que se lo comieran las moscas,  dejándolo expuesto al público y al sol. Si el delito era merecedor de la pena de muerte, se exhibían en la picota restos mutilados de su ejecución, e incluso se colocaba la cabeza cortada en lo alto. Todo un espectáculo. Las había con ganchos alrededor de la columna que facilitaban las tareas de desgarramiento y sufrimiento del ejecutado, y poseían cuatro extremos, también de piedra en cada ángulo del capitel que permitían pasar las cuerdas con las que atar al ajusticiado.

Similar a la picota es otra columna rematada en un capitel que suele incorporar una cruz u otros ornamentos y que se denomina rollo. Aunque a simple vista parecen la misma cosa, los rollos surgen más tarde, en el siglo XIV. Su función es inicialmente simbólica. Servían para informar a cualquier forastero, que la villa tenía capacidad legal para impartir justicia. El rollo representaba la categoría administrativa del lugar, levantándose sólo en los villazgos que tenían plena jurisdicción, indicando el régimen al que estaba sometido: señorío real, concejil, eclesiástico o monástico. Además marcaba el límite territorial y, en ciertos casos, era un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo. Compartían con las picotas las funciones de ajusticiamientos. Aunque en un principio tenían una función totalmente distinta, el pueblo acabó generalizando el rollo con la picota como lugar público de castigo para ejemplo y escarnio de malhechores y culpados, como se desprende de los diversos documentos a lo largo de las distintas épocas, en los que los vocablos de picota y rollo hacían referencia a un mismo elemento que asumía tanto las funciones jurisdiccionales como las de aplicación de justicia.

Detalle del escudo de los Reyes Católicos en el rollo-picota de Cilleros

Los elementos fundamentales que conforman tanto rollos como picotas son:

  • Gradas: Grandes bloques de piedra (de tres a seis) bien ajustados entre sí, que daban acceso a la columna propiamente dicha.
  • Base o pedestal: Parte inferior de la columna o rollo. Formado por un dado o paralelepípedo provisto de molduras de base rematado con molduras y cornisa.
  • Fuste: Lo componen varios bloques de piedra superpuesta sin solución de continuidad, aunque a veces puede aparecer un anillo o abrazadera que sirve de adorno. Su forma más frecuente es la circular, pero también existen poligonales.
  • Capitel: Remate del fuste; formado por molduras más o menos complejas que se rematan en salientes de las más diversas formas: estilizados, sin figuración, con formas de cabezas, rostros humanos.
  • Remates: Suelen estar rematados en forma troncocónicas, aunque también los hay en forma de linterna, de jaula, en bloques de composiciones diversas y, a veces, rematados con una cruz o veleta.
  • Complementos: Dependían del monumento, si era rollo o picota, con adornos como escudos del Señorío, de la Villa, etc. para marcar el carácter jurisdiccional, o cadenas, grilletes, garfios, etc. cuando tenían carácter penal.

Un Decreto de las Cortes de Cádiz, de 26 de mayo de 1813, ordenó "la demolición de todos los signos de vasallaje que hubiera en sus entradas, casas particulares, o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la Nación Española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo sufriría por tener a la vista un recuerdo continuo de humillación". Los rollos y picotas tuvieron que ser desmantelados y sacados fuera de las plazas principales de los municipios. No obstante, muchas de ellas se conservaron porque los municipios, muy apegados a lo suyo, decidieron transformarlas, darles aspecto religioso o convertirlas en cruceros y sacarlas a las afueras de la población. Por esto y otros indultos hoy todavía se ven algunos en pie.

En el caso de Cilleros, el rollo-picota fue posiblemente retirado en las fechas anteriormente indicadas, estando su emplazamiento original en el actual barrio de la "Pica" (de ahí el nombre), que en aquellos tiempos era las afueras de la población. Se conserva desmontado en alguna vivienda de la población, conservándose la base y 3 tramos del fuste, y en uno de ellos un grabado del escudo imperial de los Reyes Católicos, situando la construcción y emplazamiento del entre los años 1492 y 1506.

Elementos del rollo-picota de Cilleros según Agustín Flores Mateos


Fuentes: Cilleros. Detalles de su arquitectura popular - Agustín Flores Mateos