Hay que destacar la extraordinaria densidad de yacimientos arqueológicos localizados en el término de Cilleros, adscritos a las fases finales de la Antigüedad tardía, siglos VI y VII d.C. Da buena fe de lo anterior los numerosos hallazgos de sepulturas excavadas en la roca, algunos muy próximos a lugares habitacionales, aunque también son numerosos los casos contrarios.
Estos yacimientos arqueológicos se enmarcan dentro de la generalidad del hábitat rural tardoantigüo; es decir, un hábitat polinuclear: Varios núcleos dispersos en un mismo territorio con un plano diseminado, cuyas plantas ofrecen pequeñas agrupaciones familiares y otros espacios de trabajo comunes, en numerosas ocasiones interconectados entre sí por una pequeña cerca o cerramiento. Se desarrollarían principalmente prácticas ganaderas alternadas con labores agrícolas.
Las edificaciones presentan un marcado carácter rústico, pobre y de dimensiones mediocres, reflejando su arquitectura un fuerte arraigo en el entorno geográfico y un predominio de lo utilitario. Arquitectura muy sencilla, de planta rectangular, con alzados de piedra de la zona y suelo con tierra. Las cubiertas podían ser de teja, ímbrices, o bien con materiales perecederos. Los muros son generalmente rectos, aunque los relacionados a las estructuras cercadas para el ganado presentan quiebros en su recorrido o un trazado relativamente sinuoso e irregular
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