Las leyendas son una narración oral o escrita, con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente quiere hacerse pasar por verdadera o basada en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad. Se transmite habitualmente de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia experimenta supresiones, añadidos o modificaciones.

Partiendo de esta base, podemos comenzar con una de las leyendas que se cuentan sobre la Virgen de Navelonga, y quizás la más típica de todas, habla de la aparición de una Virgen a un pastor. Curiosamente es la misma leyenda que se aplica a la vecina Virgen de la Peña, y posiblemente a muchas otras Virgenes de España. Es un argumento demasiado usado, además, no parece guardar mucha relación el acontecimiento con el nombre de la Virgen: Navelonga.

Otra de las leyendas nos relata que, ante la falta de documentación, pero ciertamente fiable, navegando unos cilleranos camino de las Indias Occidentales, atraídos por cuanto de interés tenían aquellas tierras a raíz del descubrimiento de América, la Nave en la que iban, por efecto de tempestad, se partió en distintos trozos. En el instinto de salvarse, los cilleranos se agarraron a un largo madero desprendido de la nave, el madero salvador les llevo a la costa y en el mismo, descubrieron una silueta de una Virgen. A su regreso a Cilleros erigieron una humilde capilla o ermita bajo el titulo de Navelonga y de ahí viene que las andas portadoras de la imagen tengan forma de nave alargada. Esta leyenda podría resultar más creible, aunque suena demasiado a leyenda, el nombre de la Virgen tiene una posible relación con los hechos acontecidos.

Y una tercera leyenda, quizás la menos conocida, indica que no se trataba de dos náufragos, sino que fue únicamente uno, y que éste venía de las Américas, tras haber hecho fortuna en las colonias españolas. Esta versión resulta en principio tan creible como la leyenda de los dos náufragos, pero existe cierta información adicional que podría darle mayor sentido. En el interrogatorio del Catastro de Ensenada, del año 1753, en el capítulo referente a la población de Cilleros, en una de las respuestas se utiliza la siguiente frase: "... a don Juan Hernández Álvarez, administrador de la Obra Pía que fundó Alonso Santos Perulero le produce este ministerio veinte y siete reales año...". En primer lugar, se nos habla de Alonso Santos Perulero; el adjetivo perulero se le aplicaba a los españoles que habían viajado a Indias, concretamente al Perú, y que habían regresado a España despues de hacer dinero. Podemos situarlos entre los años 1580 y 1630. En segundo lugar, esta persona pudo haber sufrido un naufragio en su viaje de regreso, aunque no tiene porque ser necesariamente cierto. En tercer lugar, se indica que fundó una Obra Pía; las Obras Pías eran una fundación, generalmente de carácter benéfico, en la que se establecían una serie de servicios piadoso-asistenciales más o menos amplios sobre una base patrimonial, fijando también las condiciones, los beneficiarios y el funcionamiento. Los bienes que se destinaban a tales instituciones formaban un todo indivisible que pasaba a formar parte del patrimonio de la Iglesia como propiedades vinculadas, por lo que, en la mayor parte de los casos, no se podían enajenar sin el permiso de las autoridades eclesiásticas. Se cree que en la Ermita de Navelonga antiguamente existía una hospedería, para albergar a los peregrinos de los pueblos limítrofes; ésta podría ser la Obra Pía de Alonso Santos Perulero, aunque quizás fue algo más...


En resumen, ya se que no queda demasiado claro quién sería el responsable de introducir el culto a la Virgen de Navelonga en Cilleros, pero no está en nuestro ánimo resolver el enigma y quedarnos privados de esta hermosa leyenda.