El estereotipo de bandolero extremeño presenta notables diferencias si lo comparamos con el de otras regiones, mucho más conocidos, como Andalucía. Sus acciones carecieron de ese romanticismo y sentido de justicia que tan frecuentemente la literatura otorgó a otros bandidos de la época. Tampoco poseían ninguna aspiración socio-política que las clases más humildes hubieran visto con buenos ojos. Tan solo se movían por intereses económicos y para conseguirlos no dudaban en matar, violar o torturar con una saña difícilmente equiparable.

La accidentada geografía extremeña y su baja densidad de población facilitaron los movimientos de las bandas en amplias zonas, aunque siempre teniendo en cuenta que cada una de ellas solía ceñirse a un territorio muy concreto. Las franjas montañosas de la región acogían a la mayoría de ellas desde donde controlaban las zonas llanas de los alrededores. Ya en la Edad Media era muy temido el

...sitio nombrado la Venta del Caballo, muy peligroso y en que han sucedido muchas muertes y robos, a causa de lo montuoso y distante de la población, más de 2 leguas, cerca de la raya de Portugal...

A principios del siglo XIX, los grupos de bandoleros extremeños raramente superaban la docena de hombres, siempre agrupados en torno a un caudillo carismático. Este número se fue reduciendo según avanzaba el siglo hasta acabar por aparecer la figura del bandido solitario. Estas bandas estaban cohesionadas por una estructura fuertemente jerarquizada, casi paramilitar, y ligadas estrechamente a un ámbito geográfico muy concreto, casi siempre por razones de nacimiento, de donde se surtían de eficaces redes de enlaces y colaboradores.

En este siglo nació en Cilleros Ignacio Bacas (1810-1877). Era licenciado en Derecho, fue Presidente de la Diputación de Cáceres y Alcalde de Cilleros. Propició la construcción de numerosos caminos por la Sierra de Gata y apoyó el trazado de una línea férrea entre España y Portugal. Ignacio Bacas fue diputado en los años 1842 y 1843, tarea a la que se enfrentó con escaso entusiasmo, tal como se desprende de una carta que dirigió a Julián de Luna, abuelo de Mario Roso de Luna, pocos meses antes de su partida a Madrid.

En el Diario de Sesiones de las Cortes, correspondientes a los días 13 y 18 de mayo de 1842, en la lectura de sus intervenciones parlamentarias expone sus temores ante la amenaza de bandidos portugueses que rondaban por la frontera amedrentando a los españoles, refiriéndose concretamente al famoso bandolero Semental, apodado así porque su verdadero nombre era Víctor Simental, un español residente en Portugal cuya cuadrilla alcanzó notoriedad dicha epoca.

La trayectoria delictiva de la cuadrilla del Semental se remonta a 1825, año desde el cual existió en la zona fronteriza de Salvaterra do Extremo una poderosa y peligrosa cuadrilla de contrabandistas que durante años aterrorizó las pacíficas poblaciones de los dos lados de la frontera. Sus principales correrías se produjeron en la provincia de Cáceres: Cilleros, Moraleja, Granadilla, Robledillo de Gata, etc. Semental se llevaba a los propietarios de Extremadura a Portugal y exigía por su reescate de 60.000 a 80.000 reales. Los robos y asesinatos eran tan frecuentes que las autoridades extremeñas habían solicitado pocos años antes, la creación de “partidas armadas de hombres honrados” para perseguir criminales y falsos guerrilleros.

Cuando en 1837 entró en Portugal el guerrillero carlista Montejó, las autoridades de ambos países, temiendo una alianza entre guerrilleros y contrabandistas, llegaron a un acuerdo para acabar con ambos. Fruto de este acuerdo, en 1842 las partidas españolas entraron dos veces en Portugal persiguiendo a ambos grupos. Víctor Simental moriría ese mismo año.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX la actividad de los grupos de bandoleros va disminuyendo debido, entre otros factores, a la implantación de unas medidas policiales más eficaces como la creación en 1844 del cuerpo de la Guardia Civil.



Fuentes: Mª Jesús Merinero – La Audiencia de Extremadura y el sistema penitenciario (1820-1868); Pilar Leal Bacas – Revista Ateneo; Alberto Gutiérrez – Bandoleros extremeños.