Lusitanos y vetones eran pueblos diferentes y hablaban distintas lenguas que hoy se desconocen, pero en general, tenían hábitos similares. Los primeros se asentaban en el actual centro portugués y los segundos en el territorio hoy ocupado por el norte cacereño, Avila y Salamanca. Se puede decir que la zona de La Raya Cacereña marcaba el teritorio de frontera entre ambos.

La Edad del Hierro se inicia en la península ibérica con la penetración de población e influencia cultural indoeuropea desde el comienzo del I milenio a. C., determinando la identidad étnica y lingüística celta de la mayor parte de los pueblos indígenas de las zonas norte, oeste y centro de la Península Ibérica.


Los lusitanos eran un colectivo de diversos pueblos prerromanos de origen indoeuropeo, cultural y étnicamente afines, que se asentaron en el oeste de la península ibérica, en torno al distrito portugués de Castelo Branco y extendiéndose por el norte hasta las riberas del río Duero (donde hacían frontera con los galaicos), al este hasta la actual Extremadura, y por el sur hasta el norte del Alto Alentejo. Persiste la controversia entre los investigadores a respecto de su celticidad, o si eran un pueblo nativo influido por corrientes centroeuropeas​. 

Por otro lado, otro grupo étnico de pobladores de origen indoeuroeo y de cultura céltica se asentó al Este de los lusitanos. Eran los vetones. Su territorio inicialmente comprendía el delimitado entre los ríos Duero y Tajo, principalmente en el territorio de las actuales provincias españolas de Ávila, Salamanca y Cáceres, y en parte de las de Toledo, Zamora y la zona oriente de Portugal. En líneas generales los vetones limitaban con los pueblos vacceos al norte, con los astures al noroeste, al este con los carpetanos, al sur con los oretanos, túrdulos y célticos y al oeste con los lusitanos. En esta primera época Cilleros se encontraba dentro del territorio vetón y en consecuencia de su cultura.

Mapa del territorio inicial de los vetones

Pero las áreas de asentamiento vetón variaron mucho en el transcurso del tiempo, debido a la presión de los pueblos vecinos, vacceos y lusitanos sobre todo. Se fue reduciendo su área de expansión hasta limitarse, hacia finales del siglo I a.C., en torno a las sierras de Gata y Gredos, es decir, a la parte de la cordillera Carpeto-Vetónica que por ello y de ellos recibió su nombre.

Existen evidencia históricas que demuestran como poblaciones de la actual Raya hispano-portuguesa, que inicialmente habían sido vetonas pasaron a ser lusitanas. Inscripciones epigráficas halladas en las poblaciones de Coria o Arroyo de la Luz así lo atestiguan. Otra evidencia la podemos encontrar en el trabajo del profesor Juan Carlos Olivares Pedreño, quien intenta establecer los límites entre lusitanos y vetones en base al culto a los Dioses, encontrando aras votivas dedicadas a dioses lusitanos como Arentia y Arentius en las poblaciones de Cilleros, Moraleja y Coria. 

Por consiguiente, podemos considerar una segunda época, próxima a la invasión romana de Hispania, en la que Cilleros, como gran parte de las poblaciones de La Raya, ya se encontraba integrado como población lusitana, aunque como hemos indicado anteriormente, ambos pueblos tenían hábitos similares:

Explotaban la tierra y la ganadería según una tradición comunal. Los terrenos laborables se trabajaban comunalmente, haciendo una rozada anual, en la que hombres y mujeres araban, segaban y pastoreaban. Estas costumbres ancestrales, basadas en la propiedad común de las tierras, distribuidas por sorteos periódicos, son comparables a las documentadas en otros pueblos indoeuropeos como los dorios, los celtas de Irlanda, los germanos, organizados por clanes y parentelas, sistema anterior a los clanes gentilícios y a la propiedad privada de la tierra.

Las mujeres hacían la labor de la casa y del campo, cuyas hijas recibían la herencia (la casa y el huerto), mientras que los hombres, la dote (el ganado y los aperos), sistema que recuerda el de los Pictos británicos, entre los que la herencia se transmitía a través de las mujeres y no de los hombres.

Y por último, ofrecían una primitiva estructura guerrera de base pastoril, con castros fortificados y pequeñas bandas de guerreros dedicados al pillaje. Los conflictos serían entre poblados vecinos, resueltos por medio de emboscadas y guerrilas, junto a la lucha de campeones que indican que el combate individual estaba generalizado. Esta sociedad guerrera conservaría costumbres ancestrales, como estar organizada en clases de edad y en fratrías, estructura social que implicaba también la diferenciación de roles por sexos. Los jóvenes en edad militar, formaban grupos dedicados a la caza, la razzia y la guerra en territorios alejados de su poblado para probar su valor antes de ser admitidos en la sociedad.


Fuentes: Lusitanos y Vetones - Martín Almagro Gorbea; Historia de los hombres y los pueblos de Sierra de Gata - Domingo Domené.