Las comunidades humanas han generado sistemas hidráulicos específicos en función de sus necesidades y de las características medioambientales de sus respectivos territorios, que han condicionado el uso del agua y han transformado el medio físico.


Los pueblos indígenas ya llevaron a cabo trabajos hidráulicos para garantizar el aprovisionamiento de agua de sus asentamientos y campos. En general, utilizaron los métodos habituales, transporte manual del agua desde zonas cercanas a los hábitats, la captación a partir de fuentes naturales y pozos, etc. Sin embargo, la optimización de la gestión del agua resulta más evidente a partir de la llegada de Roma en el año 218 a.C. Asegurar el suministro de agua constituyó una de las principales inquietudes de los romanos y en consecuencia se realizaron importantes trabajos hidráulicos para explotar las riquezas hídricas del subsuelo.

Los romanos desarrollaron varias técnicas para averiguar dónde había agua subterránea y poder construir allí sus pozos. He aquí algunas de ellas:


Una vez elegido el lugar, antes de que amaneciera se tumbaban boca abajo y permanecían así, inmóviles, apoyando con fuerza el mentón en el suelo. En esa posición observaban todo su alrededor. El agua estaba donde la tierra emanaba vapores hacia la atmósfera.

Otra técnica recomendada consistía en cavar un hoyo al atardecer de 3 pies de ancho y 5 de profundidad introducir en él boca abajo una vasija cóncava de bronce o de plomo untada de aceite. Después se  tapaba la boca del hoyo con cañas, hojas y tierra. Lo dejaban así toda la noche y al día siguiente  comprobaban si en la vasija había gotas de agua u otros signos de humedad.

Otra opción era introducir en el pozo una vasija de barro sin cocer. Si a la mañana siguiente la vasija aparecía deshecha, era síntoma de que había agua; también se podía meter en el hoyo un poco de lana de oveja y retorcerla al día siguiente para ver si salía agua. 

El conocido en Cilleros como "Pozo Romano" no es un pozo común entre los numerosos ejemplos existentes en Cilleros. Desde antaño se han estado usando en esta zona métodos para la obtención de recursos naturales, como es el caso de los abrevaderos o pozos primitivos, sin embargo éste, a diferencia de otros, fue cuidadosamente diseñado, situado casi en lo alto de una ladera de fuerte desnivel, cuenta con un diámetro cercano al metro y con dos de profundidad. Las paredes interiores están recubiertas con mampostería. Recientemente se excavó la parte baja del pozo para añadir una canalización de agua hacia un abrevadero de ganado. Como apunte final y situarlo en contexto, indicar que se encuentra situado a excasa distancia de la Fuente del Cura, otro pequeño pozo de posible fábrica romana, pero que en este caso provee de agua sulfurosa no apta para el consumo y si para el baño.