Recuerdo que Emilio Tomé me contó como la habían encontrado en la cuneta de algún camino y la habían trasladado para su conservación y exposición pública a las traseras de la iglesia de Ntra. Sra. de los Apóstoles. Y es que esta lápida tiene su historia, porque recuerda el asesinato de una persona tal y como reza la inscripción semiborrada por el tiempo: "AQUÍ MURIÓ ALEVOSAMENTE FERNANDO ROJAS SEPTIEMBRE DE 1895". Por debajo de la inscripción, encontramos grabado un cuchillo o puñal, que debió ser el arma del crimen, y en ambos lados, una nueva inscripción, "V" en la izquierda y "T" en la derecha; motivo para especular.
Y es que el siglo XIX era una época difícil, eran frecuentes los robos de ganado o del dinero procedente de la venta del mismo aprovechando la soledad de ciertos caminos. Posiblemente Fernando Rojas fue asaltado, robado y dado muerte ante un situación similar, y en el lugar fue colocada la lápida de piedra que recuerda el desgraciado acontecimiento.
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