El día 16 del mes de Agosto de 1925, tuvo lugar en este pueblo el descubrimiento de la lápida que el Ayuntamiento dedica a su paisano don Darío Bacas Montero.

El acto se celebró después de oír misa, ante la casa que perteneció al señor Bacas, sitio donde se hallaba colocada la lápida que se le dedica. Presidía el mismo, el digno delegado de este partido don Alfredo García Prieto, en representación del señor gobernador civil de la provincia; el no menos digno y probo señor juez de Instrucción de la cabecera del partido don Antonio Villegas, todas las autoridades de esta villa y empleados de las distintas oficinas; los representantes de los Ayuntamientos de Hoyos, Valverde del Fresno y Viliamiel y la familia del sabio matemático a quien se homenajeaba.

Con los niños de las dos es cuelas de esta villa, luciendo sus respectivas banderas, se hallaba reunido el pueblo entero, ante la fachada de la casa donde había de llevarse a cabo el acto, en el cual empezó por hacer uso de la palabra el primer teniente de alcalde don Juan Tomé, dirigiendo un saludo a la concurrencia.

Acto seguido se descubrió por el alcalde la lápida que dice así: "A la memoria eterna del ilustre señor don Darío Bacas Montero, coronel de Ingenieros de la Armada e inventor del Goniobarímetro, etc, etc, que nació en esta casa el día 25 de Octubre de 1845 y falleció en la misma el día 19 de Enero de 1913. El Ayuntamiento de Cilleros, 6 de Junio de 1924".

Hablaron después ensalzando la memoria del ilustre paisano, el maestro nacional don Leandro Alejano Fonseca, que hizo del finado una acabada biografía; el párroco de la localidad don Joaquín Viera, poniendo de manifiesto el noble ejemplo del pueblo que así sabe honrar la memoria de sus hijos esclarecidos, y el delegado gubernativo del partido, que ostentaba en el acto la representación del gobernador civil de la provincia, que quiso sumarse con frases oportunas al homenaje.

Por último, acogido con grandes aplausos, se dirigió al público don Rafael Bacas Serena, único hijo varón del finado, teniente ayudante del batallón de Cazadores de Africa, destacado en Larache, pronunciando las siguientes palabras:

Señor delegado, autoridades todas, pueblo querido de Cilleros: Nunca en mi vida la emoción ha embargado tan hondamente mi espíritu. Por eso no acierto a expresaros la gratitud eterna que toda mi familia te profesará a tí, pueblo querido, que ciñes las sienes de aquel que me dio el ser, con el laurel de la inmortalidad al dedicarle y descubrirle esta lápida en la casa que le cobijó al nacer. Jamás mi alma ni en las asperezas de la campaña, ni en los peligros del combate, ni en aquellos sublimes momentos en que la patria ofendida pone a contribución la sangre de sus hijos, se ha sentido tan vivamente impresionada, como en estos momentos en que rendís el último recuerdo de cariño a aquel, que si no hizo todo lo que quiso, hizo todo lo que pudo por vosotros. Fuisteis siempre el blanco de sus ilusiones y vuestra fue siempre su voluntad y su cariño, ¡no ha muerto, no, vive entre vosotros, amándoos como siempre os amó!, por eso más que mis palabras oíd la voz que sale de entre las cenizas de su sepulcro, que os dice: Vivimos siempre juntos, siempre unidos; antes estuve yo con vosotros, ahora estáis vosotros conmigo; con vosotros están mis hijos que os guardarán en mi nombre eterna gratitud. Por ésto, yo, abandonando por brevísimos días los deberes que mi profesión me impone, llego aquí a cumplir con la obligación sagrada de hijo amantísimo y anonadado con el recuerdo de mi pobre adre y con el cariño vuestro y abrumado mi espíritu con los recuerdo que en mi despierta, os lo digo como lo siento, me hallo triste por ser huérfano, pero me hallo orgulloso de llevar en mis venas sangre del patriota que hoy solemnemente recordáis.

No está en mí hacer elogios suyos, porque es algo que de muy de cerca me atañe, recojo si, de los labios de tan ilustres oradores la crítica de su ciencia y de sus sueños, y, a la vez que colman las ambiciones de un hijo, engendran en mí, un santo orgullo de llevar su apellido. Por lo mismo, correspóndeme el manifestar mi admiración a tan dignos oradores y mi agradecimiento sincero a ellos, por haber contribuido con su autoridad y palabra a esclarecer el recuerdo de mi difunto padre. Mi gratitud y la de mi familia al digno Ayuntamiento de este pueblo, a cuya iniciativa se debe este homenaje. Para ti, pueblo amado, mi cariño y mi reconocimiento; santificas el recuerdo de algo que, y muy tuyo, de mi hijo que siempre te consagró su fe y su amor, te glorifica a ti mismo al inmortalizar a uno de tus hijos. Si algo es y si algo vale su nombre al través de los años, será tu herencia única; su familia quizás desaparecerá, pero tu siempre serás su patria y si alguna gloria ganó con su ciencia, tuya será la historia; que la historia de los pueblos son las hazañas de sus hijos. Quiero hacerte constar por último, que debajo de este uniforme de oficial del Ejército español, palpita un corazón que te ama y se gloria de descender de uno de tus hijos. El público que por diferentes veces había interrumpido con sus aplausos al orador, con frenesí lo hizo a la terminación de tan brillante discurso.

Seguidamente las autoridades y vecindario desfilaron ante la lápida, trasladándose los invitados al Ayuntamiento, donde se les obsequió con un espléndido lunch, en el cual reinó la consiguiente alegría, consecuencia de haber llevado a cabo una obra justiciera, haciendo inmortal el nombre del ilustre paisano don Darío Bacas Montero, hecho que será imperecedero en la historia de este pueblo.

A los postres se leyeron las adhesiones recibidas, entre las cuales se hallaban las de don Antonio Silva, director del Instituto de Cáceres; don José Sánchez Matas, ex diputado provincial; don Antonio Fernández, alcalde de Moraleja y ausente en la actualidad de dicho pueblo; don Liborio, teniente alcalde accidental del mismo pueblo; y un oficio del teniente alcalde de Villamiel don Tomás Gundín, comunicando que el Ayuntamiento de dicha villa había acordado dar el nombre de Darío Bacas a una de las principales calles de la misma.

Terminó el acto con elocuentes discursos de los señores don Calixto Ballesteros y del delegado gubernativo, demostrando éste una vez más, que el ilustre don Darío Bacas era merecedor del honor que su agradecido pueblo le había concedido en el día de hoy, a cuyos discursos contestó don Pedro Mateos y Mateos, dando las gracias a los oradores y a las demás personas concurrentes al acto, con sencillas palabras y salidas del corazón, y haciendo constar que era tal el cariño que sentía hacia su padre político que siempre lo conceptuó como un segundo padre, cariño que le cabía la satisfacción de decir que había sido correspondido, pues no fue una vez sola la que le oyó decir que no distinguía el cariño que le profesaba a sus hijos con el que sentía por su yerno Pedro.

No he de terminar esta reseña sin antes demostrar nuestra gratitud a las dignas autoridades, pueblo en general y a todos los que con su presencia y adhesiones, han contribuido a que el acto de homenaje a nuestro ilustre paisano don Darío Bacas Montero, haya resultado lo más brillantemente posible.

Lápida conmemorativa a Dario Bacas Montero, calle Darío Bacas 52, Cilleros


Fuente: La montaña: Diario de Cáceres. Año X, número 2662 - 1925 Agosto 21.