Las campanillas se tocan a mano y por lo tanto no necesitan medio alguno de sujeción, ni tampoco de lugar determinado para colocarse. Las campanas de mediano tamaño e incluso algunas pequeñas, destinadas a determinados usos, necesitan ya de algún medio de sujeción y guarda. En un principio se utilizaron las propias paredes de los edificios a los que iban destinadas, pendiendo de ellas y siendo tocadas tirando de una cuerda sujeta a su badajo. Para campanas mayores, aún cuando pequeñas, como las de nuestras ermitas o la de la iglesia parroquial, se utilizaron, ya de antiguo las espadañas, campanarios de una sola pared en la que se abren los huecos para las campanas. Estas, en las iglesias, suelen estar situadas sobre la fachada o sobre el tejado de su nave central, cerca del crucero cuando lo hay y pueden presentar uno, dos o más huecos para campanas, lo que multiplica sus posibles formas. Las grandes campanas necesitaron ya de estructuras más sólidas, por ello ligadas a la presencia de estas grandes campanas se relaciona la aparición de las torres-campanarios. Como torre definimos un edificio fuerte, más alto que ancho, que sirve como punto vigía, para defenderse de los enemigos o para defender una plaza, en las iglesias para colocar las campanas y en las casas para esparcimiento de la vista y para adorno. Al hablar de torre campanario o simplemente campanario nos referimos a aquellas torres situadas en las inmediaciones o en las propias iglesias en las que están colocadas las campanas.
Su nombre deriva pues de su uso, pero su primitivo objetivo fue distinto. Se erigieron como torres de defensa, como se deduce de la sólida y vetusta forma que tienen las más primitivas. Por otra parte los campanarios son más antiguos que las grandes campanas occidentales. En Santa María la Mayor de Roma un mosaico del siglo V, ya representa cerca de un baptisterio y una basílica, dos torres, conociéndose la existencia de campanarios ya en el siglo VII, y sin embargo el origen de la campana como señal en la iglesia occidental, para advertir a los fieles, no se ha encontrado más allá del siglo VIII, siendo curioso que a pesar de no haberse fundido campanas de grandes dimensiones hasta el siglo XIII y XIV, en el siglo XI y XII ya se elevaron campanarios notabilísimos por su altura y su riqueza. Puede decirse que el campanario es una creación medieval, que nació con la cultura y vida feudales y que con ella crecieron y decayeron, que fueron la expresión de una época en la que el fervor religioso se traducía en todas las obras del hombre y aquellas agudas torres, representaban un intento más de acercarse y glorificar a Dios, de pedirle su bendición. Los campanarios más antiguos serían construcciones exentas, es decir, separadas de las iglesias, siendo a partir del siglo XIII cuando los campanarios franceses comienzan a formar parte de la fachada de las iglesias, haciendo cuerpo con ellas, costumbre esta que se extendió también a nuestra Península.
Este es el caso de la Torre-Campanario de Cilleros, que se encuentra a unos cientos de metros de la iglesia de Nª Sª de los Apóstoles. Construida en piedra, la base cuadrada cambia su forma en los cuerpos superiores. Se accede por una escalera de piedra, cuyo primer tramo es recto y el segundo en forma de espiral, entre ambos se sitúa la pequeña puerta de hierro que clausura la torre. Posee tres vanos de medio punto en la fachada principal y dos en la trasera, para un total de 5 campanas: las dos mayores al frente, dos de menor tamaño en la parte trasera y una en la parte superior, que era la que marcaba las horas del antiguo reloj de la torre. Las campanas se hallaban alojadas en armazones de madera sostenidos por entrantes en los muros, hoy sustituidos por unos metálicos. Existe también, un pequeño recinto tejado con ventana hacia el este. En la parte superior del frontón anidan dos parejas de cigüeñas, que culmina con una vetusta veleta. Destaca en la fachada principal, una gárgola zoomórfica en forma de cabeza de dragón.
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