En la confluencia de los ríos Arrago y Alagón, sobre ingentes pedruscos, se ven todavía las ruinas del castillo llamado de los Godos desde su origen, por atribuirse a estos invasores su construcción. En el siglo XV se había apoderado de este fuerte el celebérrimo Fernán Centeno, pero el bravo capitán Ramiro, que acaudillaba las huestes del arzobispo de Toledo, arrojó a Centeno de su guarida de zorro viejo, y en atención a aquella brillante hazaña, a partir de entonces, el fuerte de referencia y la sierra escarpada donde aquel asentaba, se llamaron Castillos y Canchos de Ramiro.
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