Entre los Vetones, al igual que en el resto de pueblos célticos, existía la costumbre de cortar las cabezas bien de sus caudillos, guerreros, sacerdotes, etc. para proteger sus aldeas de malos espíritus y ahuyentar a los extraños... o de sus enemigos, en el caso de que hubieran librado una batalla noble, como reconocimiento a su honor.

Diodoro Sículo relata que los galos tenían la costumbre de cortar la cabeza a los enemigos derrotados y colocarlas junto al arnés de su caballo. Estos sangrientos trofeos eran colgados en las casas, siendo las cabezas de los enemigos más importantes conservadas en aceite de cedro dentro de un cofre.
Livio afirma que los celtas decoraban las calaveras para usarlas en ritos de libación. Así, guerreros del pueblo galo de los Boios, tras derrotar y matar al general romano Postumius en el 216 a.C., cortaron su cabeza, la limpiaron y bañaron en oro, utilizándola como cáliz en sus ceremonias sagradas.

Arqueológicamente se han documentado ejemplos de esta práctica en santuarios galos que podrían vincular el rito con ofrendas a los dioses; en Entremont (Provenza, Francia), se halló un pilar con diversas cabezas grabadas, junto con la escultura de un jinete con una cabeza colgada de su arnés. En el santuario de Roquepertuse (Provenza, Francia), aparecieron estructuras porticadas con nichos en forma de cráneo en las que hablan sido colocadas calaveras pertenecientes a hombres jóvenes. En Gran Bretaña, en el yacimiento de Danebury, se localizaron varios cráneos humanos en el fondo de silos de grano; en el yacimiento de Bredon Hill, se encontraron cincuenta cuerpos de hombres jóvenes, a la entrada del castro, cuyas cabezas habían sido cortadas, siendo algunas colocadas en una estructura porticada que fue incendiada después.

En la Península Ibérica aparecieron calaveras atravesadas con clavos en los yacimientos catalanes de Ullastret y Puig Castelet, fuera del ámbito celtibérico. En el área de la Cultura Castreña del Noroeste representaciones de cabezas humanas, formando parte de la muralla, aparecen en castros como Armea (Allariz, Orense) y hacia el este, en Yecla de Yeltes (Salamanca). En la Celtiberia el único ejemplo en contexto arqueológico procede de una casa del yacimiento de Numancia, donde se encontró un grupo de calaveras; en esta zona son interesantes las fibulas con forma de caballo en las que una cabeza cuelga del animal, y que denotarían el elevado prestigio de su dueño. En una urna procedente de la necrópolis celtibérica de Uxama (Osma, Soria), se representa una procesión de aves rapaces flanqueando pequeñas estructuras cuadradas dentro de las cuales se disponen cabezas humanas. En la tradición insular altomedieval es muy frecuente la alusión a esta práctica: La cabeza del héroe galés Bendigeit Bran permanecía enterrada protegiendo a la isla de cualquier mal procedente del exterior. En el relato irlandés conocido como El Fatín de Bricriu Cú Chulainn, mientras protege la foralezade Cú Roi, cuyas murallas se rematan con cabezas empaladas, mata a veintisiete enemigos haciendo un montículo con sus cabezas y ofreciéndoselas al señor de la casa, quien no tiene más remedio que reconocer su condición de héroe entre los héroes. En el mismo relato, la mujer del héroe Conall Cernach se vanagloria de que su marido vuelve cada noche con las manos llenas de cabezas de enemigos; la misma cabeza decapitada de Conall Cernach tiene poderes salutíferos pues los hombres del reino de Uladh pueden recuperar su fuerza si bebían de Uladh. En el relato La Muerte de Cú Chulainn, el héroe es decapitado por el hijo de Cú Roi y su cabeza, por irrisión, es usada como pelota. Finalmente, el guerrero de Connacht, tiene la curiosa costumbre de no acostarse sin haber cortado la cabeza de un habitante del Uladh.

En ocasiones las cabezas cobran vida y se convierten en agentes proféticos: la cabeza de Sualtam, padre de Cú Chulainn, exhorta a los hombres del Uladh a acudir en ayuda de su hijo; la del héroe Donn Bó entona ante sus enemigos un planto por sus compañeros caldos en el combate. La práctica del rito de las cabezas cortadas, por otro lado no exclusivo del mundo céltico, más que asociarse a sacrificios humanos tendrá un carácter de iniciación de los jóvenes guerreros, como ocurre en la tradición irlandesa, además del prestigio añadido por la victoria sobre un enemigo en combate singular. La importancia de la cabeza respondería a su concepción como depositaria del conocimiento y la sabiduría, garante de fuerza y prosperidad en los hogares, y quizá como representación de alguna deidad, lo que explicaría su aparición en santuarios.

Fuente con cabeza cortada celta, Cilleros

Detalle de la cabeza cortada celta


Fuente: V. M. Renero - Diccionario del Mundo Celta.