Muchos han sido los estudios que se han realizado sobre los sepulcros excavados en rocas, con diversidad de opiniones respecto a su origen y finalidad. Algunos autores consideran que este tipo de vestigios tienen un origen romano, mientras que otros defienden una cronología protohistórica, atribuyéndoles ya un origen medieval a las mismos, e incluso defendiendo su utilización hasta el Siglo XV.
En el XI Congreso Nacional de Arqueología, realizado en Mérida en el año 1968, Alberto del Castillo relacionó las sepulturas con la Reconquista y los posteriores repoblamientos. Para él habría una evolución tipológica, siendo las sepulturas más antiguas las no antropomorfas, las cuales tendrían su origen en el Siglo VII, mientras que las antropomorfas serían típicas del período de la Reconquista. En lo que a las características tipológicas, se refiere, tales como los rebordes elevados, contornos para los pies y/o la cabeza, ausencia de contornos, profundidad, etc.; serían indicadores bien de una cronología más tardía, o bien podrían estar relacionadas con el estatus socio-económico del inhumado.
Las diferentes fases de construcción en que se han encontrado algunas de estas sepulturas, han permitido identificar las diferentes etapas empleadas en su construcción.
En el XI Congreso Nacional de Arqueología, realizado en Mérida en el año 1968, Alberto del Castillo relacionó las sepulturas con la Reconquista y los posteriores repoblamientos. Para él habría una evolución tipológica, siendo las sepulturas más antiguas las no antropomorfas, las cuales tendrían su origen en el Siglo VII, mientras que las antropomorfas serían típicas del período de la Reconquista. En lo que a las características tipológicas, se refiere, tales como los rebordes elevados, contornos para los pies y/o la cabeza, ausencia de contornos, profundidad, etc.; serían indicadores bien de una cronología más tardía, o bien podrían estar relacionadas con el estatus socio-económico del inhumado.
Las diferentes fases de construcción en que se han encontrado algunas de estas sepulturas, han permitido identificar las diferentes etapas empleadas en su construcción.
- En una primera fase el proceso se iniciaría con la elección del lugar de implantación, así como de una roca de granito apropiada al caso, en cuya elección, y por razones obvias, no solamente era necesario tener en cuenta las dimensiones del difunto, sino que permitiese, además, orientar la sepultura de forma que la cabeza quedase orientada hacia el Oriente, lugar por el que aparecería Díos el "día del juicio final", según los cánones cristianos de la época.
- En una segunda fase se procedería a marcar en la roca el contorno de la sepultura para, seguidamente, realizar el excavado correspondiente con la profundidad deseada, así como el alisado de las superficies internas del habitáculo.
Las últimas teorías parecen indicar que este tipo de enterramiento se ha utilizado durante centenares de años por diversas culturas, lo que aparece avalado por los diferentes grados de erosión que aparecen sobre tumbas situadas en una misma roca.
En cuanto a las razones por las que este tipo de sepulturas aparecen aisladas o en muy pequeños agrupamientos, la teoría predominante en la actualidad es su atribución a los eremitas (La palabra “eremita” procede del substantivo “eremo” que significa desierto. En la Edad Media, era muy común que las personas que buscaban una vida más evangélica y penitente habitasen en lugares desiertos).
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