Durante siglos, antes de que existieran carreteras asfaltadas, GPS o camiones de transporte de ganado, España se articulaba a través de una extensa red de caminos tradicionales. Eran las vías pecuarias, itinerarios abiertos por el paso constante de rebaños trashumantes que cruzaban la Península en busca de los mejores pastos. Hoy, muchos de estos caminos permanecen silenciosos, cubiertos de jaras o integrados en paisajes que parecen haber olvidado su antiguo bullicio. Sin embargo, lejos de ser una reliquia, constituyen un patrimonio histórico, natural y cultural de enorme valor.
Cilleros, como tantos pueblos de la Sierra de Gata, conserva parte de ese legado. Aunque la trashumancia ya no forma parte del día a día, el término municipal mantiene clasificadas oficialmente varias vías pecuarias que testimonian el intenso uso ganadero que caracterizó a la región durante siglos.
El origen de las vías pecuarias es tan antiguo como la ganadería peninsular. Los desplazamientos estacionales de rebaños entre Extremadura, Castilla y otras regiones favorecieron la creación de arterias naturales que, con el tiempo, adquirieron reconocimiento legal. Desde la Edad Media y especialmente tras la consolidación del Honrado Concejo de la Mesta, estas rutas se convirtieron en auténticos corredores económicos por los que transitaban ovejas, cabras y vacas acompañadas por pastores que seguían ritmos marcados por el clima y la disponibilidad de pastos.
La organización de estas vías llegó a ser tan minuciosa que se establecieron anchos oficiales: las grandes cañadas (hasta 75 metros), los cordeles (alrededor de 37,5 metros) y las veredas o coladas, más estrechas. Aunque pueda resultar sorprendente hoy, este ancho no era un capricho burocrático, sino una garantía para que los rebaños pudieran circular sin conflictos con cultivos o propiedades privadas.
Con el paso del tiempo y el declive de la trashumancia, motivada por la industrialización, el ferrocarril y los cambios productivos del campo, muchas vías quedaron en desuso. Otras fueron ocupadas, alteradas o directamente borradas del paisaje. De ahí la importancia de las labores modernas de clasificación, deslinde y protección.
En el año 2000, la Junta de Extremadura aprobó la clasificación oficial de las vías pecuarias del término de Cilleros. Tres rutas destacan en el registro:
- Cañada Real de Gata
- Cañada Real de San Blas
- Cordel de Navasfrías
Estas tres vías atraviesan el municipio y lo conectan con localidades vecinas, formando parte de un entramado ganadero que se extendía por toda la región. La principal es la Cañada Real de Gata, con longitud aproximada de 125 kilómetros y anchura de 75 metros. Tiene su origen en el casco urbano de Valencia de Alcántara, aunque algunos estudiosos sitúan su origen en tierras portuguesas, y continúa hasta el término municipal de Gata, limítrofe con la provincia de Salamanca. Fuera de Extremadura, tiene continuidad hasta la provincia de Burgos, por lo que también es conocida como la Cañada Real Burgalesa. La Cañada Real de San Blas une las poblaciones de Cilleros, Hoyos, Perales del Puerto, Villamiel, Acebo y San Martín de Trevejo tanto con la Cañada Real de Gata como con Castilla al norte por el puerto Viejo. El Cordel de Navasfrías, por su parte, enlazaba el suroeste de Cilleros, a la altura de Fuente Santa (Portugal) con la población salmantina de Navasfrías en la ruta que subía hacia el norte, próxima a la frontera con Portugal. Además de su valor como testimonio histórico, estas vías están consideradas bienes de dominio público. Eso significa que no pueden venderse, cercarse ni privatizarse, y están protegidas frente a ocupaciones ilegales. Son, en definitiva, un patrimonio común.
Aunque hoy los rebaños trashumantes ya no cruzan Cilleros como lo hicieran antaño, las vías pecuarias poseen un renovado interés. Su continuidad en el territorio las convierte en corredores ecológicos que favorecen la biodiversidad. Son también espacios ideales para el senderismo, la observación del paisaje y la recuperación de la memoria rural.
En un momento en que el turismo de naturaleza y el interés por la historia local van en aumento, estos antiguos caminos representan una oportunidad. Señalizarlos, limpiarlos y darlos a conocer permitiría a vecinos y visitantes recorrer rutas que se han mantenido prácticamente inalteradas durante siglos. Sería, además, una forma de rendir homenaje a aquellas generaciones de pastores que modelaron el territorio con su paso constante entre sierras y dehesas.
Fuente: Inventario de las fías pecuarias de Extremadura - J. Morillo y M. A. Domínguez.





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